El Garibaldi, hermoso residente de los bosques de kelp de la costa de California, se reproduce entre Marzo y Julio.
Para ello el macho construye un nido y se las ingenia para atraer a las hembras para que realicen la puesta. Después se dedica a cuidar los huevos, mueve continuamente sus aletas para renovar el agua y los protegen hasta que eclosionan. Pero, a veces, cuando las crías están por nacer, se las come.
Se ha encontrado una posible explicación a este insólito canibalismo en un pez que tanto protege la puesta.
El Garibaldi macho, para asegurar la mayor descendencia procura atraer a su nido al máximo número de hembras para que pongan sus huevos.
Pero, al parecer a éstas no les gusta realizar la puesta pegadas a la puesta de otra hembra. Entonces el macho en su afán de conseguir un mayor número de huevos, se come los huevos que están en el borde de la puesta anterior para que la otra hembra tenga lugar para desovar sin que las puestas se toquen o sea que sacrifica algunos para hacer un poco de lugar y lograr, entonces, muchas más crías.
Tito Rodríguez
Director Instituto Argentino de Buceo
Lo cierto es que en materia de ser padres nunca se justifica sacrificar a los hijos por tener una más productiva vida. Sin embargo, la verdad es que muchos padres hacen lo mismo que El Garibaldi. No se comen los hijos, pero si los sacrifican por alcanzar su fama, o mayor productividad en sus finanzas o en sus conquistas. Hay detrás de ellos una larga lista de hijos resentidos y heridos con un padre exitoso pero que se “comieron” sus hijos como El Garibaldi por atraer las hembras a su vida.
Que no formes parte de la lista de estos Garibaldis sino la lista de aquellos buenos padres que piensan e sus hijos y iven por ellos.
Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente. Génesis 37:4
Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto; y asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.
Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza. Génesis 48:17,18