Yo admiro a todos esos seres que van por la vida serenos, no felices pero alegres, abriendo el sendero con su luz, derribando puertas con sus índoles, precedencias y discrepancias. Quebrando yugos, burlando búhos con verbo de fuego. Actuando y creando, cantando y evolucionando, siempre andando.
Yo admiro al Che, a Tomas Jefferson y Simon Bolívar a Charles Chaplin a Jesucristo y a Cantinflas. A Ortega y Gazzet, Emerson, Whitman y Neruda. A mi tío Pepe Claros con sus fábulas sabias y placenteras, el rugir de los volcanes y el golpe playero del océano. Yo admiro a mi cotorra por ser poliglota y vidente. A mi perro Capullo que no me abandona a pesar de estar perdido, y no me reprocha por ser como soy: un poeta soñador.
Yo admiro al Aire por ser libre y juguetón y, a la oscuridad por ser cómplice de la alborada: nido de pasiones sin frenos. A Dios por su ausencia brillante y su eterno silencio dicho con palabras muertas que se oyen pero no se sienten. A la Luna por guiñar un ojo cada vez que hago el amor por las noches y al Sol por ruborizarse con mis elegías.
Yo admiro a todos esos seres que van y han ido por la vida, no de espectadores sino de arquitectos de su propio sendero. Que no esperan nada a cambio, tan solo apuntarse en los renglones torcidos de la historia y robarle un poco de fuego a la eternidad. Yo admiro la amistad y el amor, la vida, el arte y la música, pero mas que nada... yo admiro este prodigio que somos... tu y yo.
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