Me encantas durante muchas horas, estoy contigo a diario, busco la manera de escucharte, trato de no cegarme con tus propios ojos porque me encantas.
Sencillamente me encantas, cuando me dices luego, cuando buscas el pretexto, cuando se borran los mágicos momentos por los que bajas del cielo.
Me encantas porque ríes, porque tus manos hablan y tus labios transmiten, tus oídos saben a excitación y tu paladar es una flor.
Me encantas porque me provocas, porque te alocas, porque murmuras detrás de mi hombro y oigo mi nombre en tu voz, aceleras mi corazón.
Me encantas por delicada, por tierna y a veces por niña, porque eres mi diva y siempre mi musa, tienes una palabra cuando a mí se me terminan, cuando muere mi habla.
Me encantas por ser mujer y sí esa fuese la única razón, bastaría para ser poeta en otra vida y no ser un simple hombre reprimido, callado y vacío.
Me encantas porque te pienso, porque dejas tu perfume para el gran abismo en que se convierte el no volverte a ver en horas y días.
Me encantas y sueña conmigo, con Veracruz, con Acapulco o un simple cobertizo frío, convertido en infierno mismo, cuando me consumes, cuando me dominas en la cama… ¡Sí, me encantas!
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