Entro en la añoranza del recuerdo donde yo era tuya y tu mío...
Un amor que cautivo a mí corazón aquella hermosa noche, al sabor del ácido de una fresa en lo dulce de mi boca deseosa, con ellas tus besos empezaron en una ariesgada y entera aventura.
Apetitoso sabor al sexo, al fuego y la pasión con el olor de un vino bien reposado, que tomabas y calentabas andando por el velo de tu paladar, hacia tu aliento que embriagaba hasta la comisura de mis labios.
Vida a vida, una locura sumergida en suspiros, con rocíos en el alba sostenidos por un momento en dos cuerpos desnudos en tan poco tiempo.
El recuerdo de tus dedos astutos resbalados sobre mi piel... ¡Tanto delirío en tus manos!
Afortunadas nuestras almas de pertecernos aquella noche en esa deliciosa cena que nunca olvidare.
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