Jesús Nazareno, que quiere decir florido, y ¡cuán suave es el olor que de ti procede, que despierta en nosotros deseos eternos y nos hace olvidar los trabajos, al mirar por quien se padecen y con qué galardón se han de pagar! ¿Y quién es aquel que te ama, y no te ama crucificado? En la cruz me buscaste, me hallaste, me curaste y me libraste y me amaste, dando tu vida y tu sangre por mí en manos de crueles sayones, pues en la cruz te quiero buscar y en ella te hallo, y hallándote me curas y me libras de mí, que soy el que contradice a tu amor, en el que está mi salvación. Y libre de mi amor, enemigo tuyo, te respondo, aunque no con igualdad, empero con semejanza, al excesivo amor que en la cruz me tuviste, amándote yo y padeciendo por ti, como tú, amándome, moriste de amor por mí. Mas, ¡ay de mí, y cuánta vergüenza cubre mi faz, y cuánto dolor mi corazón!; porque siendo de ti tan amado, lo cual muestran tus tantos tormentos, yo te amo tan poco como aparece en los pocos míos. Bien sé que no todos merecen esta joya tuya, de ser herrados por tuyos con el hierro de la cruz; empero, mira cuánta pena es desear y no alcanzar, pedir y no recibir, cuanto más pidiéndote, no descansos, sino trabajos por ti.
Dime, ¿por qué quieres que sea pregonero tuyo y alférez que lleva la seña de tu Evangelio, y no me vistes de pies a cabeza de tu librea? ¡Que mal me parece nombre de siervo tuyo, y andar desnudo de lo que tú siempre, y tan dentro de ti, y tan abundantemente anduviste vestido! Dinos, ¡amado Jesús!, por tu dulce cruz, ¿hubo algún día que desnudaste de esta ropa, tomando descanso? ¿O te fue algún día blanda esta túnica, que tan a raíz de tus carnes anduvo hasta decir: Triste está mi alma hasta la muerte?. ¡Oh, que no descansaste, porque cuando te desnudaron la ropa de fuera, te cortaron en la cruz, como encima de una mesa, otra ropa bien larga desde los pies a la cabeza, y cuerpo y manos, ho habiendo en ti cosas que no estuviesen teñidas con tu benditísima sangre, hecho carmesí resplandeciente y precioso: la cabeza con espinas, la faz con bofetadas, las manos con un par de clavos, los pies con uno muy cruel para ti, y para nosotros dulce; y lo demás del cuerpo con tantos azotes, que no es cosa ligera contarlos.
juan de avila
feliz semana santa, feliz estacion de penitencia