A la orilla de una quebrada una mujer lloraba con amargura, mientras le contaba al viento, su desdicha y desventura. La quebrada, el viento, los árboles atentos, parecían escucharle cuando temblorosa les decía, mi historia voy a contarles; - Conocí allá en la ciudad, a un mozo fuerte y apuesto, que entre sus brazos me envolvió, y yo mi alma le di, en un beso. Me sentía inmensamente feliz pues me creí ser muy amada, a Dios, gracias le di, por el milagro que esperaba. Pero un día la llama ardiente del amor, se fue poco a poco extinguiendo cuando el hombre de mis sueños de un día a otro, se fue perdiendo; pensé qué fácil fue para él, mentir y muy difícil para mí olvidar, porque llevo dentro de mi ser este fruto, para siempre amar.- … Las lágrimas rodaban por sus mejillas, mientras acariciaba su vientre con dulzura y la quebrada, el viento, los árboles, parecían llorar con ella, su amarga desventura.
Pero un día la llama ardiente del amor, se fue poco a poco extinguiendo cuando el hombre de mis sueños de un día a otro, se fue perdiendo; pensé qué fácil fue para él, mentir y muy difícil para mí olvidar, porque llevo dentro de mi ser este fruto, para siempre amar.-