Los niños son seres libres, que piensan libremente y que llegan
más allá. Son más brillantes que nosotros y tienen mejores ocurrencias
y mejores reflexiones, porque nadie les ha retocado todavía el
pensamiento con eso que llaman «Educación». Y lo más importante:
los niños usan el sentido del humor sin darse cuenta, como una
fórmula más para decir con precisión lo que sienten (a mí este detalle
me parece tan importante como el descubrimiento de la penicilina).
Sus argumentos son difíciles de contestar y dicen las cosas con
una determinación que ya la quisiera para sí el mejor de los cómicos.
Es evidente que, con la edad, hemos perdido algo muy valioso
por el camino, y que ahora, fíjate tú, hay que recogerlo en libros. Alguien,
a base de ataques y desplantes a nuestra autoestima, nos lo
ha ido quitando, lo ha ido dejando cada vez más sordo, cada vez más