Microrrelatos:
- Del escritor español Max Aub, "Hablaba y hablaba...":
Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.
- Del mexicano Jaime Muñoz Vargas, “Justicia”:
Hoy los maté. Ya estaba harto de que me llamaran asesino.
- Del uruguayo Mario benedetti, "Su amor no era sencillo":
Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.
- Del escritor venezolano Gabriel Jiménez Emán, "El hombre invisible":
Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.
- El más famoso de todos, “El dinosaurio”, del escritor guatemalteco Augusto Monterroso:
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
- El que destronó "El dinosaurio" por ser más corto aún (del escritor mexicano Luis Felipe Lomelí), "El Emigrante":
-¿Olvida usted algo?
-¡Ojalá!
- Finalmente, uno de la ya citada escritora argentina Ana María Shua:
¡Arriad el foque!, ordena el capitán. ¡Arriad el foque!, repite el segundo. ¡Orzad a estribor!, grita el capitán. ¡Orzad a estribor!, repite el segundo. ¡Cuidado con el bauprés!, grita el capitán. ¡El bauprés!, repite el segundo. ¡Abatid el palo de mesana!, grita el capitán. ¡El palo de mesana!, repite el segundo. Entretanto, la tormenta arrecia y los marineros corremos de un lado a otro de la cubierta, desconcertados. Si no encontramos pronto un diccionario, nos vamos a pique sin remedio.