Algunos lo definen como “una de esas enfermedades de moda”, otros como “la consecuencia de una educación demasiado permisiva” e, incluso, como “una etiqueta para conseguir fármacos que liberan a los padres de sus responsabilidades”. La realidad esconde, sin embargo, un problema complejo que pone a prueba la paciencia de muchas familias y que precisa de un buen tratamiento y de información consistente.
Algunas enfermedades tienen realmente muy mala prensa. El Déficit de Atención con Hiperactividad (DAH) o trastorno de déficit de atención, como se denomina más comúnmente, es una de ellas. Cierta prensa contempla el problema como un diagnóstico “de moda”, un concepto etéreo importado de los EEUU, que en realidad esconde el comportamiento insoportable de unos niños cuya educación ha sido descuidada por sus padres.
La idea general, incluso entre algunos médicos de ideas tradicionales, es que (como decía una publicación seudomédica) “se trata de un recurso que utilizan algunos padres con escaso sentido de la responsabilidad para que a sus hijos les receten estimulantes potentes (como el Ritalin) con objeto de que ellos puedan seguir viendo tranquilamente la televisión y saliendo a cenar sin preocupaciones”.
Es, sin embargo, una percepción tremendamente peligrosa y que está haciendo muchísimo daño, especialmente a aquellas familias que se enfrentan a la costosa tarea de educar a un niño que se comporta de forma distinta a los demás, pero que, con la ayuda y el estímulo apropiados, podría alcanzar las mismas metas que el resto.
Muchos niños con el trastorno siguen sin estar diagnosticados, y un gran número de aquellos de los que se sabe que lo padecen viven estigmatizados o pueden no estar recibiendo el tratamiento que necesitan. Lo peor es que esa falta de tratamiento y atención puede convertirlos en adultos con dificultades para insertarse en la sociedad, con más problemas laborales y con peores relaciones personales y familiares.
No es un destino fatal. Muchos de los grandes triunfadores de la sociedad actual tuvieron problemas de atención e hiperactividad en su infancia. Lo que les ha convertido en personas de éxito es que alguien o algo, en el momento oportuno, consiguió canalizar sus energías de forma positiva e inteligente.
Un informe aparecido en la prestigiosa publicación British Medical Journal sugiere la necesidad de aclarar algunos aspectos básicos en torno al DAH. Estas preguntas y respuestas pueden ayudarnos a ello.
• ¿Qué es el DAH?
No guarda relación con tener malos o buenos padres: escáneres cerebrales de alta tecnología revelan que es un trastorno hereditario que tiene que ver con el funcionamiento cerebral.
• ¿Es únicamente un problema de hiperactividad?
No. La hiperactividad es solo una faceta del trastorno, y no todos los niños con DAH tienen ese problema concreto.
• ¿Son peligrosos los fármacos que se emplean habitualmente para el tratamiento del DAH?
No. Los estimulantes como el metilfenidato (Ritalin) son una parte esencial de una combinación de tratamientos. Son muy eficaces en lo que se refiere a la mejora de la concentración y la reducción de la hiperactividad y la impulsividad. Los efectos secundarios son leves, y las últimas investigaciones revelan que las preocupaciones de algunos padres respecto a la posibilidad de que sus hijos desarrollen una adicción a los mismos o respecto a la ralentización del crecimiento corporal son infundadas.
A veces es difícil trazar la línea divisoria para el diagnóstico del DAH. Una de las pistas podría ser que un tipo de comportamiento problemático concreto se convierta en problema persistente. Los síntomas más habituales son:
• Falta de atención. El niño se aburre con facilidad. Pasa de un tema a otro y no acaba ninguna cosa. Tiene mala memoria de corto plazo.
• Impulsividad. El niño actúa sin pensar, tiene accidentes frecuentes, no valora las consecuencias de sus actos.
• Hiperactividad. El niño es inquieto, no puede estar tranquilo, ni quedarse quieto mucho tiempo en ninguna parte.
• Otros comportamientos típicos son: la insistencia (vuelve siempre sobre el mismo tema), la desorganización y el desorden, los constantes cambios de humor y de actividad, las relaciones problemáticas con otros niños y los problemas en el colegio, la extrema sensibilidad a la opinión ajena y la baja autoestima.
Se conocen distintos tipos de DAH y el trastorno puede incluir problemas de lenguaje y aprendizaje. En algunos niños, puede coexistir con otros problemas psiquiátricos, como el “trastorno de oposición y desafío” y el “trastorno de conducta”, que pueden añadir más conflictos a una vida ya perturbada. Educar a un niño con DAH supone un enorme esfuerzo y desgaste personal y precisa la ayuda de especialistas y de otras personas.
• Uno de cada mil niños padece el trastorno en Europa.
• Los niños se ven más afectados que las niñas.
• No es consecuencia de una mala educación; sin embargo, los niños que padecen el trastorno tienen más probabilidades de tener familias problemáticas. La explicación está en que se trata de una dolencia de carácter hereditario. En muchos casos, los padres padecen el problema sin saberlo.
• Pruebas de escáner han revelado que la causa del DAH está en una pequeña disfunción cerebral que hace que el niño reciba un exceso de información que es incapaz de asimilar.
• El 60% de los niños con DAH sigue padeciendo el problema incluso cuando llega a la edad adulta.
• El tratamiento incluye técnicas conductuales, fármacos estimulantes, control del estrés y apoyo educativo.
Si quieres saber más del problema, puedes conectar con otros padres en: www.anshda.org
Marisol Guisasola