ENSEÑAR EL AMOR EN FAMILIA - ๑۩۞۩๑‏ CAPRICHITOS CON PSP ๑۩۞۩๑‏

1.- Los hijos son el reflejo de los pensamientos de los padres y esto va todavía más allá, de igual modo que existe una carga genética que se transmite de padres a hijos, existe una carga mental invisible que se transfiere de padres a hijos; mentes amorosas = hijos amorosos.

Esto adjudica a los padres una gran responsabilidad porque en la medida que tú, como padre o madre, estás en paz y te amas en igual medida tus hijos se sienten en paz y amados. Es decir, que en la medida en que los padres tengan una buena autoestima más fácil será para toda la familia educar en el AMOR.

2.- La educación que hemos recibido de nuestros padres nos ha marcado en el modo en que educamos a nuestros hijos e hijas. Se han arrastrado generación tras generación dolores, traumas, conductas agresivas etc...que no se han sanado y que siguen aflorando en los comportamientos actuales (así lo explica Bert Hellinger en las constelaciones familiares- Ordenes del Amor).*
Entonces como resolvemos estas situaciones de agresividad, golpes, rabias, adicciones, etc..., podrían finalizarse sanando el dolor interno que las originó.

Detrás de cada conducta rebelde, agresiva o inadecuada de un niño, de un adolescente, siempre hay una petición de amor.
Normalmente cuando un niño, un adolescente esta a gusto consigo mismo, o satisfecho no necesita atacar, lo mismo pasa con los adultos.

3.- La única solución y la más adecuada es educar en el amor desde la infancia. ¿Cómo se traduce esto en la vida diaria?. Tratando a los hijos con amor.
En primer lugar hay que partir de una disposición mental interior. Se trataría de hacer una especie de pacto o de contrato interior de los padres hacia el hijo. Hacerlo feliz todos los días de su vida y de estar “acompañándolo” en el viaje que les toca vivir (peli “La vida es bella”). Esto en la práctica no es fácil por eso hay que estar vigilante. El hecho de que los padres tengan ese pacto interior va a servir de soporte para educar de manera más sana.
4.- Los niños y también los adolescentes necesitan normas, reglas y limites. Cada familia según su cultura, sus hábitos y sus valores determinará los suyos.

Lo importante es que las normas y los limites no sé vivan como opciones arbitrarias, sino que como elementos necesarios para vivir tanto en la familia como el grupo en la sociedad. Elementos positivos que sirven para cuidar a las personas, a las cosas y sobretodo para crecer.

Se pueden explicar las consecuencias de los actos equivocados, y corregir con ternura y sin sobresaltos. En la medida en que los niños y los adolescentes se sienten menos culpabilizados tenderán a actuar con más amor, la culpabilidad tienes consecuencias en la vida de las personas, por eso veremos como nuestros hijos sufren situaciones de dolor, incluso físico, enfermedades, accidentes, adicciones... (la culpa siempre exige un pago).

Cuando más se reprende y se reprocha a un niño, a un adolescente menos posibilidades hay de que mejore y esto es así aunque parezca cargarse todo lo que hasta ahora parecía ser el modelo correcto de educación. Cuanto más se escucha, se atiende, se bendice a un niño mejor se va a comportar. A esto apunta el nuevo paradigma de los avances en la física cuántica del poder del pensamiento.

5.- A veces los niños, los adolescentes son como paquetes andantes de juicios y sus mentes están llenas de criticas, juicios y falsos conceptos de su imagen y eso es lo que creen de ellos: lo que se les ha dicho que son. La responsabilidad de las palabras que reciben es inmensa (son como esponjas que han grabado todo en sus mentes) y ahora no tienen capacidad para deshacer esos mensajes y asumen lo que se dijo de ellos. Como norma siempre tendríamos que hablar en positivo a un niño, a un adolescente.

6.- Por otro lado como padres es importante no culpabilizarse por los errores, cada uno lo hace lo mejor que sabe y puede, con el conocimiento que tiene en ese momento. Todos somos “víctimas de víctimas”. La vida es un salón de clases, tanto para padres, como para educadores y las lecciones se aprenden cada día, a educar también se aprende. No importa tanto lo que uno sabe sino la actitud y la pequeña dosis de buen voluntad que pueda tener para educar en el amor a los hijos.
Saber pedir perdón a los hijos les enseña que no somos perfectos, pero que le amamos hasta el punto de volver a empezar cada día con ellos y ver su inocencia siempre. El modelaje es el mejor maestro. Los hijos quieren tanto a los padres que aprenden casi por imitación.