TE AMO
Ya no es lo que era, cuando aún era un adolescente. El día de San Valentín o, como por aquí se suele decir, de los Enamorados era entonces un día en el que las chicas se colocaban en el pelo un lazo o cinta roja para que el chico que le gustaba se lo quitara como prenda de amor, se intercambiaban notas con frases o pequeños poemas de amor e, incluso, las chicas recibían inesperados ramos de rosas (si el enamorado tenía algún dinerillo ahorrado) o una sencilla pero no menos sentida rosa (si su bolsillo tenía poco fondo)
.Se respiraba romanticismo en el ambiente, la inocencia y el sentimiento que envolvían con un velo de ternura las parejas ya formadas y a aquellas que en breve se formarían lograban que este día fuera especial; no el día en el que más se amaba, pero sí el día que ofrecía la excusa perfecta para declarar su amor, sobre todos, para gente que, como yo, no suele expresar sus sentimientos abiertamente.
Eran tiempos en los que la juventud de la que disfrutaba me hacía apartarme de la cruda realidad y no más veía la vida con los ojos del corazón.
Ahora que uno ya es un poco mayor, se da cuenta de que aquella inocencia y pureza que cubría de bonitos sentimientos el día de San Valentín no es más que una imposición de la sociedad consumista en la que vivimos, lamentablemente es un puro negocio. Pienso que aquel que verdaderamente siente con el corazón no precisa de ningún día establecido para expresar sus sentimientos, todos los días del año son especiales para declarar nuestro amor a nuestra pareja o a la persona que nos gusta.
Un día cualquiera se convierte en el más especial en el justo momento en el que le dices sinceramente lo que tu corazón siente (si se tiene el don para poder expresar a viva voz cuanto uno guarda dentro de sí); o, del mismo modo, cambia un día normal en el más maravilloso con solo mirar a los ojos de la persona amada y sin articular palabra besarla con la mirada, gritarle en silencio el amor que el corazón guarda para ella y que muere con ofrecérselo y poderlo compartir con ella (si, en este caso, el don de palabra oral se fue de viaje y su voz se hace muda).
Incluso, se puede alegrar un día triste escribiendo en un simple papel todo y cuanto se siente por una persona, esté mejor o peor escrito o expresado; pues eso no es importante, sino el sentimiento que encierra cada palabra. Y entregárselo en mano sin esperar nada a cambio, mas que una sola sonrisa, la más bella de las sonrisas. Eso es amor y esos son el mejor día de los Enamorados.
No obstante, digamos que, oficialmente, es el día del Amor y la Amistad; así que, aparte de mi opinión personal, no quiero oponerme a expresar un sentimiento tan bello como es el amor. Cada cual es libre de hacer lo que quiera y como quiera. Quizá para muchos este día sea el único momento para sincerarse con la persona que ama y consigo mismo; por tanto, animo a seguir aprovechando este señalado día para liberar el magno sentimiento, aquel que mueve al mundo… el amor.
Y sugiero que no sólo sea este día, sino todos los que quedan por llegar.
Como no soy dado a expresar mis sentimientos, pues, aunque sienta, mi boca permanece cerrada; serán mis palabras mudas las que recojan mi sentir.
Si quieres saber lo que siento por ti, amor, tan solo mírame a los ojos, ellos nunca mienten; reflejan el brillo del cariño que guarda mi corazón anheloso por hacerlo tuyo. Si quieres comprobar cuánto es el amor que te profeso, pon tu mano en mi pecho y siente el latido que exclama el amor por ti.
No es necesario que un día estipulado me recuerde que te quiero para poder decírtelo o regalarte una rosa. Para mí, cada día que puedo reflejarme en tu mirada es San Valentín; cada vez que te miro a los ojos, te estoy gritando… TE AMO.
Datrebil
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