ventanas llenas de rosas.
Tiene la edad de lo eterno,
desde lo eterno hasta ahora.
Haciendo trampas al tiempo
cambia los días por horas.
Esa mujer,
invicta en toda batalla.
Esa mujer
camino, puente y muralla.
Esa mujer
suele llamarse ternura,
quietud y donaire,
silencio y bravura.
Las alas del aire:
mi madre y el aire.
Tiene la paz de los justos,
inalterable a las penas
que nunca faltan, incluso
cuando son penas ajenas.
Tiene el afán de la abeja
y un corazón de paloma
que si se asoma una queja,
nadie la ve que se asoma.
Esa mujer,
posada, luz y vitualla.
Esa mujer,
entera donde las haya.
Esa mujer
responde al nombre de luna,
remanso y donaire,
arena y espuma.
Las alas del aire:
mi madre y el aire.
Alberto Cortes