POEMA A LOS NIÑOS
(fragmentos, Tomás Cuervo, 1958).
Entre efluvios del ayer
flotan leves en el viento
los que fueran mis aliños;
al entrar mi atardecer
enmudezco sin querer
extasiado en el acento melodioso
de los niños.
Niños de temple de acero,
que al son del huéhuetl guerrero
su asiento buscan errantes;
niños de ignotos confines,
que cultivan los jardines
de las chinampas flotantes.
Niños de aire regional
que lucen manta y percal
en invierno y en estío;
rumorosos como el agua
y claros como el rocío.
Niños de rubios cabellos
como maduros trigales,
que difunden los destellos
de las tardes otoñales. .
Niños de negro semblante
en bruto como el diamante
que oculta su refulgencia;
niños buenos, sin reproche,
que alumbran su larga noche
con la luz de la conciencia.
Niños de tez amarilla
del país de maravilla
y de príncipes valientes,
del dragón y de la espada
y de la novia encantada
de las perlas en los dientes.
Niños de Asia y de Europa,
de América y de Oceanía;
niños que el África arropa
con el sol de mediodía.
.
Niños de todas las razas
despojados de corazas
en un haz de sentimientos
niños de idéntica arcilla
vistan de seda o mezclilla,
elegantes o harapientos
Niños francos y sencillos
que construyen los castillos
de paredes de cristal,
niños que en nobles eventos
estructuran los cimientos
de la paz universal.
Niños despertad, que asoma
al margen del vasallaje,
niños que en distinto idioma
usan el mismo lenguaje.
Niños: oleaje que crece,
se encrespa y desaparece
en constante renacer,
vaivén eterno que trunca
la senda por donde nunca
mis pasos han de volver.
Niños que el recuerdo alienta
y la emoción alimenta
con el fuego de la arteria,
niños que en la mente gritan
y en las entrañas palpitan
más allá de la materia.
Niños que juegan cantando
y cantan, cantan jugando,
con mi propio corazón,
¡Oh, niños! cuánto daría
por correr como solía
tras las pompas de jabón!
Lejos de los desengaños
al reflejo del espejo
que medio siglo retrata
estoy peinando mis años,
mis años color de plata.