SED DE AMOR
Se hunden mis manos en el oscuro mar de tu cabello, alborotado por la vehemencia del viento que atestigua nuestro encuentro. Se deslizan suavemente sobre sus tenues olas hasta detenerse en la orilla de tu cuello, donde mis labios dejan la huella de su paso en la tibia arena de tu piel.
Se adentra mi mirada en las profundidades de tus ojos, que destellan la luz del sol que reina en tu interior. Puedo ver en sus cristalinas aguas un precioso arrecife de corales envuelta en un aura resplandeciente y pura, tu alma se muestra en cada etéreo reflejo.
Un poco más abajo, allá donde descansan las blancas perlas de tu boca, la luna dibuja en la superficie de tu cara la curva más delicada y hermosa que jamás exista. Naufraga mi sentido común en tu sonrisa dulce y bella, colorean de rubor mis anhelantes besos la comisura de tus labios, se desata el deseo de amor que guardamos dentro.
Resuena el eco de mis latidos en las suntuosas montañas de tu pecho, fundido con el mío. Entre mis dedos, las flores de tus senos sienten las cálidas caricias de mis manos, ávidas de tu cuerpo. Se deslizan levemente hacia tu espalda recorriendo cada centímetro, apenas con las yemas de los dedos, mientras se estremece tu piel a su tacto.
Ladera abajo, las palmas de mis manos encumbran el monte de Venus llenándolas de fogosidad, de plenitud, de vida… Languidecen las falanges de mis dedos en la húmeda vaguada donde confluyen tus piernas, devorados por el ardiente furor de la oquedad que guarda tus ansias, tu deseo, tu pasión desenfrenada… Allá donde mi boca se embriaga del elixir de tu vientre. Allá donde irrumpe, finalmente, atraído por la lujuria, mi sexo sediento.
En un excitante ir y venir, sacian su sed de amor tu cuerpo y el mío… mientras se ahogan mis sueños en el manantial de mis ojos que no te ven cuando despierto y me traen a la amarga realidad.
Datrebil