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General: LA ROSA
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: anamariazaragoza  (Mensaje original) Enviado: 23/12/2014 06:47
Enviado: 18/12/2014 16:07

La Rosa

Como tratar a una rosa...

Juan se sentía solo, volvía a su departamento, y el silencio era el único que lo

esperaba. Juan estaba triste, Juan estaba solo, muy solo.

Y Juan tuvo una brillante idea:

- Compañía, eso lo que necesito, compañía.

Y alegre se puso a pensar que tipo de compañía.


De chico le habían dicho que lo ideal para compañía era una rosa.

También le habían advertido que las rosas tenían espinas y que si uno no era

cuidadoso, en vez de disfrutar el placer de mirarlas, tocarlas y oler el perfume que

emitían, podían terminar lamentándose todo el día de que la rosa era mala, que cada

vez que uno se acercaba lo pinchaba a propósito con sus espinas,

y otras tantas advertencias del mismo género.

Pero para Juan el riesgo valía la pena. Quería una rosa y salió a buscarla. Y cuando

uno busca mucho siempre encuentra lo que busca.


Así Juan salió decidido a la calle y, oh casualidad, a la vuelta de la oficina donde

trabajaba la vio, estaba ahí delante de sus ojos, como había estado ella durante

meses esperándolo y mirándolo cada vez que él pasaba, pero nunca se habían

cruzado miradas. Pero esta vez Juan estaba decidido a ser feliz y se acerco

directamente a ella, tan directamente que la hizo temblar.


Juan la miró, y quedó totalmente embriagado y envuelto por su perfume. Juan estaba

enamorado. Luego de un rato de pleno éxtasis Juan se decidió.

Dio media vuelta y encaró al padre de la dama.


- ¿Cuánto cuesta?, preguntó con voz firme.


- Veinte pesos, contestó el Vendedor de Flores, sorprendido por la pregunta tan

imprevista, pues ni siquiera le había dicho buen día, y agregó ya recompuesto.


- Con diez pesos más se lleva esta maceta hermosa,

señalando una roja de cerámica.


A los pocos minutos Juan salía feliz del negocio con María, pues así le había puesto

de nombre a la rosa. María salió alegre a la calle, en los brazos de Juan y vestida con

su hermoso vestido de maceta roja.

Juan llegó a su casa, puso a María en el mejor lugar, donde podía recibir la luz de la

mañana, luego guardó el comprobante de compra de la rosa y finalmente se sentó a

su lado. El resto de la tarde se deleitó mirándola y sintiéndola.


Los primeros días fueron realmente una "Luna de Miel".


A la noche Juan se llevaba a María al dormitorio para tenerla al alcance de su mano.


La luna de miel entre ellos duró poco.


Una noche Juan entre sueños acercó su mano para acariciar a María y de pronto el

dolor intenso y una gota de sangre salió de su dedo índice. María, con sus espinas lo

había lastimado. Juan sintió que el dolor pasaba pero volvieron a su mente las

advertencias: cuidado con las rosas, cuando tu quieres brindarles amor ellas te

lastiman intencionalmente con sus espinas.

Al día siguiente Juan se olvidó de ponerle agua en la maceta a la Rosa, también se

olvidó de ponerla al sol, y así hizo los siguientes tres días.


Fue el sábado que Juan al entrar al dormitorio la vio.


María estaba triste, sus pétalos que antes eran hermosos,

estaban caídos sobre la mesita de luz.


Su tierra reseca.


Juan sorprendido por la actitud de María, buscó la factura de compra, pues tenía

anotado en teléfono del negocio de plantas y llamó para reclamar.


- ¿Qué problema tiene con la planta que le vendí? preguntó el vendedor.


-¿Qué no la riega, ni la pone al sol desde hace tres días?

preguntó el vendedor indignado.


Juan cortó, medio disculpándose por su ignorancia y se puso a regar a la rosa, pero

no podía evitar recordar con bronca lo que ella le había hecho: lo había lastimado

cuando el se acercó, y seguramente lo había hecho con intención.


Y comenzó a regarla hasta inundarla de agua, mientras pensaba...


- Voy a inundarla bien, así no la riego por siete días.


- Voy a dejarla al sol así no necesito moverla.


Y luego Juan se fue a hacer otras cosas, sus cosas,

las que eran realmente importantes para él.


Y María siguió perdiendo pétalos. Ya no emitía ningún perfume, ya no sentía la energía

y la palabra de Juan, y María se dejaba morir.

Pasaron otros tres días y Juan fue a un cine solo. Durante la película vio una escena

que lo conmovió, y de pronto apareció la imagen de María ante sus ojos con sus

pétalos caídos. Juan sintió en el fondo de su ser que María se moría de pena, y se dio

cuenta que la amaba, que extrañaba sus formas, su tersura, su perfume,

y Juan salió a las corridas del cine y volvió a su casa.


Encontró a María desfalleciente, la tomó entre sus brazos, le sacó el agua en exceso

de la maceta, y le habló del amor que le tenía, durante toda la noche.

A la mañana la puso al sol, le agregó un poco de fertilizante,

y así la cuidó en su convalecencia que duró casi un mes.

Al mes María estaba radiante y enamorada como siempre.


Y ese día Juan tomó el comprobante de compra y rompiéndolo

en mil pedacitos le dijo a María


- Alguna vez creí, equivocadamente, que porque te había comprado y puesto el

comprobante de compra bajo la maceta podía decirte - " soy tu dueño, y no te riego".


- Hoy me doy cuenta que nuestra relación se sustenta en cambio en el amor diario que

nos podamos dar, en que yo te riegue todos los días con mi amor, mientras tu me

llenas con tu hermoso perfume, tu tersura, tu compañía y y tu hermoso perfume.


Que todos los cuidados que yo te haya dispensado en el pasado, vivirán siempre

como un maravilloso recuerdo, pero que no son suficientes para el día de hoy.


Y que a partir del día de hoy, para poder disfrutarte te seguiré regando día tras día.


Y además tendré presente que si me encuentro con tus espinas puede ser, que parte

de la culpa sea mía por no saber acercarme a ti.

R/S

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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: marinamor Enviado: 11/04/2015 23:33
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