Escuchar, la virtud más grande
Y dijo Elí a Samuel: «Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: "Habla, Jehová, porque tu siervo oye"». Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar. 1Samuel 3:9
Una de las virtudes más importantes del cristiano es el don de escuchar. Nuestra misma adoración solo es completa y reverente si Dios nos habla a cada uno de nosotros y nosotros escuchamos su voz. Por eso en muchos pasajes bíblicos se habla de la importancia de oír bien. El mismo Señor Jesús terminaba muchas de sus parábolas con esta importante expresión: «El que tiene oído para oír, oiga». Oír bien implica la habilidad para reconocer la voz del Espíritu Santo y para responder a ella.
Oír la voz de Dios se considera como el nivel más alto de espiritualidad que podemos alcanzar. Hay dos razones por las cuales Dios tiene mucha dificultad para comunicarse con nosotros, es decir, para hacerse oír. La primera es nuestra incapacidad para comprender y obedecer sus consejos. Muchas veces creemos que Dios se ha olvidado de nosotros, pero lo cierto es que no hay momento en el cual Dios haya dejado de hablar. Lo que ocurre es que nosotros no hemos escuchado la enorme cantidad de veces que Dios ha procurado comunicarse con nosotros.
La segunda razón por la cual Dios tiene dificultades para comunicase con nosotros es que hay pecado en nuestra vida. Es la consecuencia de no caminar como hijos de luz. Consideremos objetivamente estas preguntas: ¿Qué concepto tienen los demás de nosotros? ¿Qué testimonio damos cada día? Al observar nuestra vida y comportamiento, ¿podrían los demás creernos si les dijéramos que Dios nos ha hablado? Por desgracia, muchas veces nos apartamos del camino de la luz y, en esas circunstancias, Dios no puede hablarnos; nosotros no podemos escuchar su voz, y los demás no pueden creer que Dios nos haya hablado.
Preguntémonos, por ejemplo: ¿Por qué habló Dios a Samuel y no a Elí? ¿Habrá una lección para nosotros aquí? Samuel era un niño; Elí era el sumo sacerdote. La lección es el carácter. El precio por escuchar la voz de Dios es alto, porque demanda que nuestro carácter esté en armonía con el carácter de Dios. A lo largo de la historia, el Señor ha escogido a hombres y mujeres a quienes ha concedido el privilegio de escuchar su voz.
Dios anhela hoy que sus hijos caminen de acuerdo a su voluntad. Dios busca adoradores a quienes pueda hablarles y que puedan escuchar su voz. Medita en este texto: «Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones» (Heb. 3:15).
Que Dios te bendiga
Octubre, 07 2009
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El proposito de Dios en el presenteY dijeron a Moisés: «¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto diciendo: "Déjanos servir a los egipcios"? Porque mejor nos fuera servir a los Egipcios, que morir nosotros en el desierto». Y Moisés dijo al pueblo: «No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis».Éxodo 14:11-13Seguramente en algún momento habrás deseado volver a una época de tu vida en la que te sentías completamente feliz, posiblemente a tu infancia. Quizá seas de las personas que se quejan de su situación y de sus condiciones de vida actuales, así como de las cosas que las rodean. Si lo haces, nadie creerá que es por gusto o por rebelión, sino porque crees que aquellos tiempos eran mejores. Tal vez razones: «Me gustaría que el tiempo corriese al revés y volver a vivir aquel momento inolvidable de mi vida».
Pero no era esa la razón por la cual el pueblo de Israel murmuró tantas veces contra Dios y contra Moisés. La razón era su rebelión y su maldad. Diez veces se rebelaron contra el Señor y contra Moisés. Y las diez lo hicieron sin razón. La murmuración que se menciona en nuestro texto de hoy es la primera; por eso Moisés les habló como lo hizo. Pero, con posterioridad, volvieron a rebelarse y a murmurar de forma insensata muchas más veces. Tantas, que Dios dijo: «¿Hasta cuándo oiré a esta depravada multitud que murmura contra mí? Diles: Vivo yo, dice el Eterno, que según habéis hablado a mis oídos, así haré con vosotros. En este desierto caerán vuestros cuerpos» (Núm. 14: 27). En una de esas ocasiones, Moisés llegó a expresar este deseo a Dios: «Yo solo no puedo soportar a todo este pueblo, que es pesado en demasía. Si así me vas a tratar, te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos, para que yo no vea mi mal» (Núm. 11:14,15).
Las quejas de Israel en la experiencia de los años del éxodo, en el desierto, no eran como las quejas de quienes recuerdan días mejores y quisieran volver a, ellos. Eran quejas de un pueblo malo, perverso y depravado. Así son algunas las quejas de la iglesia en la actualidad contra Dios y contra los dirigentes. Hay dirigentes que han llorado como Moisés, dirigentes que también pidieron a Dios que mejor les quitara la vida, porque la carga de administrar al pueblo de Dios les era pesada en demasía.
¿Te has quejado contra Dios y contra tus dirigentes últimamente?Que Dios te bendiga,
Octubre, 08 2009