EL ANILLO DEL SABIO
Existió un Rey que tenía un sabio;
un hombre anciano de avanzada edad,
pasos lentos y larga barba blanca;
el Rey para cualquier acción
o decisión que tomara siempre
se refería primeramente a su sabio,
en ningún momento dudaba
en consultarle siempre los problemas y
las cosas que sucedían en su reino,
sintiéndose siempre
seguro de que todo le decía salía siempre bien.
Hasta que un día el sabio por
su avanzada edad enfermo de gravedad...
en su lecho de muerte el Rey
desesperado le decía:
- Sabio y viejo amigo,
¿Qué voy hacer sin ti cuando tú no estés?,
¿Quién me dará sus sabios
consejos y me ayudará
cuando tenga problemas
que no pueda resolver?...
¿Qué haré... qué haré?.
El sabio al ver su desesperación
le entregó un anillo
que tenía un compartimento secreto,
pero le dijo que sólo y únicamente
cuando tuviera un problema
que fuera imposible resolverlo.. .
solo así lo abriera y allí
encontraría la respuesta.
El sabio murió y pasaron muchos años;
al Rey en varias ocasiones
se le presentaron múltiples problemas.
En varias ocasiones estuvo
a punto de romper el sello
y abrir el compartimento de la sortija,
sin embargo no lo hizo, posponiéndolo
para un problema mayor
que no pudiera ser resuelto.
Siguió pasando el tiempo y un día al Rey
se le presentó un problema tan
grande que no podía resolver.
Pasaron los días tratando de resolverlo,
hasta que no pudo más.
Se acordó de lo que le dijo el sabio:
¡solo ábrelo cuando tengas un problema
que pienses que no tenga solución!.
El Rey rompió el sello y abrió
el compartimento secreto.
Adentro había un papelito que decía:
Esto también pasará.
Eso es lo que siempre ha dicho el Señor:
Abandónate en Mí, confía en Mí,
todo lo que veas difícil y sin solución.
Todo pasará cuando lo pongas en mis manos!.
Por más grande que sea tu problema,
si te acoges al amor maravilloso de Dios,
todo se resolverá, pues Él todo lo puede,
y en Él y con Él, todo se puede.
“Busqué al Señor y él me respondió; me libró de todos mis temores”. Salmos 34.4