Agradar a Dios
"Al contrario, Dios nos probó y nos encargo el mensaje de salvación y así es como hablamos. No tratamos de agradar a la gente sino a Dios que examina nuestros corazones." 1 Tesalonicenses 2:4 "
Si había alguien que no tenía pelos en la lengua, ese era Pablo. Era una persona de lo más frontal. Nunca se guardaba nada y decía siempre lo que tenia que decir. No le importaba quien estaba delante. El siempre decía lo que tenia para decir.
Podía estar frente a los más sabios filósofos del areópago griego, o frente a importantes reyes o gobernadores, podía estar frente al carcelero que lo había torturado, o ante una turba enloquecida que quería matarlo, podía estar frente a paganos fanáticos o ante judíos más fanáticos, podía estar frente a los apóstoles en Jerusalén o ante hermanos desconocidos en alguna iglesia del Asia menor. Pero siempre Pablo decía lo que tenia que decir. Nunca se callaba y no cambiaba su mensaje.
Había algo especial en Pablo. El tenía la gran virtud de decir las verdades mas duras con la gracia para poder escucharlas. Esto no es muy común. Por lo general, nosotros decimos las cosas de mala manera. Lo decimos gritando, insultando o agrediendo. Lo decimos para lastimar, o con doble sentido.
Aunque digamos la verdad más segura y confirmada, aunque lo que digamos sea totalmente cierto y no pueda ser objetado, lo decimos de una manera que duele, y entonces no se escucha. La mejor de las verdades dicha de una mala manera no cambia nada. Porque quien recibe ese comentario, en lugar de escuchar el concepto que queremos decirle, esta demasiado preocupado, escuchando la manera en que lo decimos.
Pablo no tenia este problema. Aunque a veces era duro y frontal, como cuando reto a Pedro que se hacia el gentil y liberal con los gentiles, pero cuando llegaron los judíos se hacia el formal y estricto, Pablo no faltaba el respeto, ni agredía con sus palabras, aunque discutía.
El no buscaba agradar con lo que decía, pero tampoco lastimar. El no cambiaba el mensaje que tenia que exponer. No acomodaba la verdad al oído de quien escuchaba, no decía medias verdades, ni cambiaba alguna cosita para quedar bien. Pablo exponía todo el mensaje de Dios, si n agregar ni quitar nada.
Pero no agregaba sus opiniones personales, sabia que las palabras lastiman más que los cuchillos y que las heridas que provocan los labios tardan mucho más en curarse que las que producen las espadas.
Como para pensar de qué manera decimos las cosas. Si a veces cambiamos la Verdad de Dios para acomodarla según quien nos esta escuchando, para quedar bien, para no pasar vergüenza, para que no se burlen. O si cuando hablamos, lastimamos.
Hay palabras que curan y hay palabras que sanan. Que aprendamos a hablar para que cada vez que abramos la boca, digamos solo lo que Dios quiere que digamos, que no haya palabras de más ni palabras de menos. Que no busquemos quedar bien con el auditorio cambiando la verdad, y mucho menos, usemos la lengua para herir a nadie. Aprendamos de Pablo, que aunque no se callaba nunca de decir la verdad, tenía la gracia de no ofender ni lastimar a nadie con lo que decía.
Es lo que Dios espera de tí y de mí.
Agrada a Dios, habla bien.
Gracias a la hna. Silvia por el fondo
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