EL BENDITO DEDO DE DIOS
“... Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo” Juan 8:6
Este versículo me trae a mi memoria episodios tan remotos como el declarado en
Éxodo 8:19.
Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.
cuando los hechiceros de faraón, al ver el juicio de Dios, le advierten diciéndoles: “”Dedo de Dios es Este”. O también, aquel que menciona
Éxodo 31: 18
Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.
cuando relata que las tablas de la ley fueron escritas con el dedo de Dios.
Daniel 5:24-28.
24 Entonces de su presencia fue enviada la mano que trazó esta escritura.
25 Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN.
26 Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin.
27 TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto.
28 PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas.
Recordas además, aquella declaración revelada al rey Belsasar cuando a través del mismo bendito dedo de Dios, recibe aquella advertencia profética escrita en la pared: MENE, MENE TEKEL UPARSIN que en resumen significa: “has sido pesado en balanza y fuiste hallado falto”
Sin lugar a duda, el Dedo de Dios levanta y pone en alto el bendito carácter santo del creador.
La ley y el carácter de Dios es diametralmente opuesto a nuestra naturaleza.
Cuando nos observamos en aquel “espejo” divino, podemos contemplar cuan carentes y cuan baja es nuestra vida delante del Dios Santo.
No en vano Eclesiastés presenta esa gran brecha entre Dios Santo que esta en el cielo y nosotros pecadores acá en la tierra
No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.
Eclesiastés 5:2
Pero el texto que encabeza este mensaje, rompe todo esquema hasta entonces conocido.
El protagonista es Dios hecho carne; Emmanuel, Dios habitando entre las bajezas de los hombres. Es más, el texto declara la actitud de inclinación que revela la profundidad de su gracia.
El rey soberano, que ni los cielos pueden contener, se inclina y desciende al mundo de maldad para salvar a seres tan repelentes como nosotros.
Por primera vez, se nos revela el dedo de Dios ya no condenando, sino que inclinado y dirigido hacia el suelo, estableciendo un pacto nuevo y eterno a través del bendito hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo.
Como decía mi hermano Pastor, “...en la ley se apedreaba a la adultera, pero la gracia le dice. ni yo te condeno.
La ley condena al mejor, pero la gracia salva al peor”
Amados Dios, aquí padre tus hijos te alaba y bendice, pues tu gracia soberana es quien me ha tocado con tu dedo bendito para salvarme y para preservarme por toda aquella eternidad que pronto será revelada en mi vida. te doy gracias en el nombre de Jesús Amén.
Yair