En la oración es muy adecuado proponerse una gran claridad en las peticiones. Hay mucha razón para quejarse de algunas oraciones públicas, porque aquellos que las ofrecen no le piden a Dios realmente nada. Debo reconocer que temo haber orado de esta manera yo mismo, y ciertamente he oído muchas oraciones de ese tipo, en que no percibí que se buscara algo de Dios: había mucho de una expresión muy excelente en materia doctrinal y práctica, pero casi nada de peticiones, y lo poco que había, estaba en un estado nebuloso, caótico e informe. Pero me parece a mí que la oración debe ser clara, y la petición de algo debe ser definida y clara, porque la mente se ha dado cuenta de la evidente necesidad de lo pedido, y por tanto, debe suplicar por ello. Es bueno no andarse con rodeos en la oración, sino que debemos ir directamente al grano.
Me gusta esa oración de Abraham, "Ojalá Ismael viva delante de ti". Está allí el nombre y la persona por la que se ora, y la bendición deseada, todo contenido en unas cuantas palabras: "Ojalá Ismael viva delante de ti". Muchas personas habrían usado una expresión vaga de este tipo: "oh que nuestro bienamado retoño sea considerado con el favor que Tú tienes para con aquellos", etcétera. Digan "Ismael", si quieren decir "Ismael"; exprésenlo en palabras sencillas delante del Señor....¿Por qué no somos muy claros, y decimos lo que queremos decir, queriendo decir lo que decimos? Ordenar nuestra causa nos proporcionaría mayor claridad mental. Spurgeon