Hace más de treinta años, antes de que el Señor me llevara fuera de la casa de mi padre y de mi lugar de nacimiento, puse una señal sobre este pasaje de Isaías: «Conocerás que yo soy el Señor y no se avergüenzan los que esperan en AU» (cap. 49:23). De los muchos libros que ahora poseo, la Biblia marcada en este lugar es la única cosa que tenía en aquel entonces, pues todavía la tengo delante de mí. Y aun cuando el cabello que entonces tenía era negro como el cuervo y hoy es blanco corno la plata, la intensidad de la tinta con que marqué este pasaje ha crecido en intensidad, del mismo modo que ha crecido mi convicción de que «no serán avergonzados los que esperan en EI». Lo creía entonces, pero ahora lo sé y puedo escribir: «Probatum est.» Con todo mi corazón puedo testificar de la realidad de esta marca de mi antigua fe. Bajo muchas circunstancias peligrosas, en muchos momentos de prueba, entre desfallecimientos por dentro y temores por fuera, bajo torturas que destrozaban mi corazón y en tribulaciones que me aplastaban, yo esperaba en El, y permanezco hasta este día como uno de los que no ha sido avergonzado. - Dr. John Kitto |