Orar significa simplemente hablar con Dios. No importa el tiempo o el tono de voz de nuestra oración, mucho menos el lugar. Lo que va de Dios es la sinceridad de nuestro corazón y la certeza de que él nos escucha. A veces nos preocupamos tanto por la elocuencia y un refinado lenguaje... que terminamos perdiendo la cabeza... "Joyce Meyer
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