RELATO DE CINCO MARTIRES
1) Martirio de Simeon. Año 107 D.C. Epoca de Trajano
Simeón, pariente del Señor, sucedió a Santiago en el gobierno de la comunidad de Jerusalén, su martirio lo cuenta el Historiador Eusebio: "Después de Nerón y Domiciano, en tiempo de Trajano, en cuya época nos ocupamos ahora, es tradición que la persecución levantada contra nosotros fue sólo parcial y por ciudades, debida a tumultos populares. En ella hemos recibido por tradición haber terminado por el martirio su vida San Simeón, de quien ya contamos (III, 11) cómo fue constituido segundo obispo de Jerusalén. De ello es testigo Hegesipo hablando de ciertos herejes, prosigue diciendo que, acusado por ellos Simeón, fué durante varios días atormentado como cristiano de diversos modos, hasta el punto de admirarse sobremanera el mismo juez y los que le rodeaban, y, por fin, terminó de modo semejante al Señor en su Pasión. Pero nada mejor que escuchar al propio historiador, que cuenta esto mismo por estas literales palabras:"Algunos de estos herejes acusaron, en efecto, a Simeón, hijo de Clopás, como de la familia de David y cristiano, y así sufrió el martirio, siendo de ciento veinte años de edad, bajo el emperador Trajano y el procónsul Ático."
“Bajo el imperio de éste, el primo del Señor, el ya mentado Simeón, hijo de Clopás, calumniado por los herejes, fue igualmente acusado por el mismo motivo ante el procónsul Ático. Y atormentado durante varios días, sufrió el martirio con tal entereza que todos, y señaladamente el procónsul, no cabían de pasmo ante el hecho de que así sufriera un anciano de ciento veinte años. Por fin, le mandó crucificar."
2) Martirio de Policarpo, Obispo de Esmirna, año 162 D.C. Epoca del Emperador Marco Aurelio
En la gran persecución de los cristianos que brotó en Asia en los días de Marco Aurelio Antonio Verus, trece cristianos de Esmirna sufrieron martirio. Entre ellos estaba su piadoso pastor, obispo de la iglesia, Policarpo. El furioso tumulto contemplando la valentía de los primeros que sufrieron, se enfureció aún más cuando los testimonios de los moribundos fructificaban en la conversión de muchos paganos. Entonces pidió a gritos ensordecedores la muerte de Policarpo, el padre espiritual de ellos. Soldados y guardias a caballo fueron ordenados a buscarlo y traerlo al estadio. Amigos le avisaron al venerable anciano quien por consejos de ellos salió de la ciudad y se escondió en una granja en el campo. Allí, en compañía con algunos amigos,pasó unos días, ocupándose día y noche en oración. Mientras oraba tuvo una visión en la cual vio que su almohada se quemaba. La interpretó como un aviso de que él mismo sería quemado. Sabiendo que se acercaban sus perseguidores, salió de esa casa y se retiró a otra.
Cuando llegaron los soldados a la primera casa, por medio de torturas forzaron a un joven esclavo de la familia a revelarles el lugar en donde el anciano se escondía. Llevando al joven como guía, llegaron el viernes antes de la Pascua a la hora de la cena. Policarpo, desde su cuarto en el segundo nivel de la casa, oyó las voces de sus perseguidores, bajó y entabló conversación con ellos. Personas en la calle se quedaron maravillados al ver su firmeza; y la insensibilidad de los soldados en llevar a un hombre tan anciano.
Policarpo mandó que se pusiera la mesa y se le sirviera la cena a la guardia, y a la vez les rogó concederle una hora para orar. Eso le fue concedido. Durante dos horas oró tan lleno de gracia que los integrantes de la guardia se entristecieron por tener que llevar al venerable anciano. Al finalizar su oración, lo montaron sobre un asno, y lo llevaron ante el capitán de la guardia y su padre. Ellos lo hicieron subir en su carruaje donde intentaron persuadirlo por amor a sí mismo reconocer a Cesar como su Señor y ofrecerle incienso. Durante algún tiempo, el anciano se quedó callado pero finalmente se negó a hacerlo. A empujones lo bajaron del carruaje. Policarpo se lastimó, pero sin hacer caso de la herida recibida en la caída, entró en el estadio donde la bulla apagaba la voz humana. En ese momento una voz de los cielos, oída por los cristianos presentes, le animó diciendo: “Esfuérzate. Pórtate varonilmente”. Lo llevaron delante del procónsul quien le preguntó si fuera él, el buscado Policarpo. Al contestar que sí, el procónsul intentó persuadirlo, rogándole que por amor de sus años jurara “por el genio de Cesar”, que se arrepintiera y dijera: “Que mueran los que niegan a los dioses”.
Policarpo con rostro solemne, contempló a la gran multitud de espectadores, gimió, y con su rostro alzado hacia los cielos, dijo: “Que mueran los impíos”. El procónsul no satisfecho con eso insistió que jurara lealtad a Cesar, ofreciéndole perdón si injuriara a Cristo.
Policarpo contestó:, “Ochentiseis años le he servido y jamás me ha hecho algún mal. ¿Cómo puedo yo injuriar a mi Rey quien me ha salvado?” Al insistir el procónsul de nuevo que jurara “por genio de Cesar”, él contesto: “Si usted supone que yo jure por “el genio de Cesar” y pretende ignorar quien soy, oiga claramente: “Yo soy cristiano”. Al ver su firmeza, el procónsul le amonestó: “Tengo fieras y te las echaré si tú no te arrepientes.”Mande a traerlas. Arrepentirnos de algo mejor por algo peor, no nos es permitido; pero cosa noble es cambiar lo injusto por lo justo”. Entonces el procónsul insistió: “Si no te arrepientes,mandaré que te acaben con fuego ya que tú menosprecias las fieras”.
Policarpo respondió: “Usted me amenaza con fuego que por poco tiempo arde y luego se apaga. Ignora que hay un fuego de juicio futuro y castigo eterno que se reserva para los impíos. Pero ¿por qué se detiene? Haga conmigo lo que quiera”. Diciendo eso y mucho más, fue inspirado con valor y gozo mientras su rostro resplandecía. El procónsul quedó atónito. Mandó a pregonar tres veces por todo el estadio: “Policarpo se ha confesado ser cristiano”. La multitud compuesta tanto de judíos como de gentiles, pidió que le fuese suelto un león. El procónsul no pudo conceder esa petición por haber pasado la hora de los juegos. Entonces pidió que fuera quemado. Acordándose Policarpo de la visión, dijo: “Así sea”. La multitud se apresuró a traer leña y haces. Y cuando la pira se hubo formado, Policarpo se desvistió de su manto y cinto e hizo el intento de descalzarse, cosa que por sus años, no pudo hacer. Amontonaron la leña alrededor de sus pies y dispusieron clavarlo a la estaca. El les suplicó diciendo: “Déjenme tal como estoy. El que me concede aguantar el fuego, me concederá estar sobre la pira sin estar clavado". Así que no lo clavaron, sino lo amarraron solamente. Él, poniendo sus manos detrás y dejándose amarrar, se veía como un noble carnero escogido del rebaño, holocausto listo para ser ofrecido en sacrificio agradable y aceptable a Dios. Mirando hacia arriba alabó a Dios y oró. Al finalizar su oración, los fogoneros prendieron el fuego. Luego brotó una gran llamarada. Los fieles presentes después testificaron de haber visto una cosa maravillosa. En vez de tocar al cuerpo, las llamas formaron la figura de hinchadas velas de un gran barco, dejando el cuerpo envuelto como dentro de un horno pero sin tocarle. Dijeron que se sentía una fragancia como de incienso, de especies olorosas. Cuando por fin se vio que el fuego no pudo tocar al mártir,mandaron a un soldado darle un puñalazo. Al hacerlo, la sangre salió a chorros y apagó el fuego. Fue por la espada que pereció el venerable obispo más bien que por el fuego. No les fue concedido a los fieles llevar el cuerpo de Policarpo, dando el jefe de la guardia razón que si recibiesen su cuerpo los cristianos dejarían de adorar al crucificado y comenzarían a adorar a este hombre. El centurión atendió a la multitud y colocó el cuerpo en el fuego de nuevo. Solamente los huesos fueron al fin recogidos y depositados en un lugar.
3) Martirio de Justino. Año 162 o 163 d.c. época de Marco Aurelio
'En el tiempo de los partidarios de la inicua idolatría se emitieron malvados decretos contra los piadosos cristianos en ciudades y aldeas, para obligarles a ofrecer libaciones a ídolos vanos; según (el testimonio de) santos hombres, habiendo sido apresados fueron traídos ante el prefecto de Roma, de nombre Rústico. Cuando estuvieron ante el tribunal, el prefecto Rústico dijo a Justino: “Obedeced a los dioses y someteos a los reyes.” Justino dijo: “Obedecer los mandatos de nuestro Salvador Jesucristo no es digno de culpa ni de condenación.” Rústico el prefecto le dijo: ”¿Qué clase de doctrina profesas?” Justino respondió: “Me he esforzado por aprender todas las doctrinas, pero he quedado persuadido al final de la verdadera, la denominada cristiana, aunque no agrade a los que sostienen falsas opiniones.” Rústico el prefecto dijo: “¿Son esas las doctrinas que te agradan, oh desgraciado?” Justino dijo: “Sí, y me adhiero a ellas con recto dogma.” Rústico el prefecto dijo: “¿Qué es dogma?” Justino dijo:”Aquello según lo cual adoramos al Dios de los cristianos, a quien reconocemos ser uno desde el principio, el hacedor de toda la creación visible e invisible; y al Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, quien fue anunciado de antemano por los profetas que se haría presente entre los hombres, el heraldo de la salvación y el maestro de los buenos discípulos...” Rústico dijo: “Entonces, ¿Eres cristiano?” Justino le respondió: “Sí, soy cristiano.”... El prefecto dijo a Justino: “Escuchad atentamente vosotros que os consideráis entendidos y que pensáis que conocéis las verdaderas doctrinas; si sois azotados y decapitados ¿Creéis que ascenderéis al cielo?” Justino dijo: “Espero que si soporto esas cosas tendré sus dones...” Rústico el prefecto dijo: “¿Supones entonces que ascenderás al cielo a recibir una recompensa?” Justino dijo: “No lo supongo sino que lo sé y estoy persuadido de ello.” Rústico el prefecto dijo: “Vayamos al grano y a lo que importa. Venid juntos y ofreced sacrifico a los dioses.” Justino dijo: “Ninguna persona sensata cae de la piedad a la impiedad.” Rústico dijo: “A menos que obedezcáis seréis castigados sin misericordia.” Justino dijo: “Por la oración podemos ser salvos a causa de nuestro Señor Jesucristo, incluso cuando somos sometidos a castigo pues eso será para nosotros salvación y confianza ante el temible y universal tribunal de nuestro Señor Jesucristo.”... Rústico el prefecto pronunció sentencia diciendo: “Que aquellos que rehúsan sacrificar a los dioses y someterse al emperador sean azotados y llevados a sufrir el castigo de decapitación, de acuerdo a la ley.” Los santos mártires, habiendo glorificado a Dios y habiendo ido al lugar prescrito, fueron decapitados y perfeccionado su testimonio en la confesión del Salvador.” (Actas del martirio de Justino 1-5)
4)Martirio de Blandina. Año 177 d.c. época del Emperador Marco Aurelio
Blandina sería una joven lionesa. Según se cuenta en la Historia eclesiástica de Eusebio de Cesarea, fue violada en el 177 bajo el emperador Marco Aurelio. Soporta estoicamente todos los suplicios, afirmando su fe ante sus verdugos. Habría pasado por la parrilla, para luego ser arrojada a un toro bravo y, finalmente ser degollada y muerta. El historiador Justo Gonzalez en su libro "Historia del Cristianismo", Tomo I, página 65 dice : "Pero la más destacada de todos estos mártires fue Blandina, una mujer débil por quien temían sus hermanos. Cuando le llegó el momento de ser torturada, mostró tal resistencia que los verdugos tenían que turnarse. Cuando varios de los mártires fueron llevados al circo, Blandina fue colgada de un madero en medio de ellos y desde allí les alentaba. Como las fieras no la atacaron, los guardias la llevaron de nuevo a la cárcel. Por fin, el día de tan cruentos espectáculos, Blandina fue torturada en público de diversas maneras. Primero la azotaron; después la hicieron morder por fieras; acto seguido la sentaron en una silla de hierro candente; y a la postre la encerraron en una red e hicieron que un toro bravo la corneara. Como en medio de tales tormentos Blandina seguía firme en su fe, por fin las autoridades ordenaron que fuese degollada."
5) Martirio de Felicidad y Perpetua. Año 202 d.c. Epoca del Emperador Marco Aurelio
Perpetua y Felicidad son dos mártires cartaginesas, cuyo martirio se relata en la Pasion de Perpetua y Felicidad . En el año 202, durante la persecución del emperador Septimio Severo, una joven mujer rica de 22 años, llamada Perpetua, fue arrestada y acusada por ser cristiana junto con su esclava Felicidad, y otros 3 más. Ante su negativa a adorar a los dioses paganos, fueron condenadas a muerte en el circo. Perpetua pertenecía a una rica e influyente familia cartaginesa que se había iniciado en la religión cristiana por medio de un diácono, llamado Sáturo. Con ella se convirtieron también sus esclavos: Felicidad, Revocato, Saturnino y Segundo. En el año 202 el emperador Severo ordenó una dura persecución contra los cristianos, y la policía imperial arrestó a todos los creyentes de la familia de Perpetua, incluyéndola a ella. Los jueces intentaron convencer a la familia para que volviesen al paganismo, pero ante su negativa decidieron dejarlos en prisión hasta que se organizasen los Juegos. Usando el derecho a una cena de despedida, todos ellos compartieron la santa cena la noche anterior a su martirio. Los tres esclavos fueron arrojados a los leones junto con el diácono, que había logrado convertir al cristianismo a uno de los carceleros; mientras que las mujeres fueron decapitadas.
Relato de Perpetua: “Subimos al estrado. Interrogados todos los demás, confesaron su fe. Por fin me llegó a mí también el turno. Y de pronto apareció mi padre con mi hijito en los brazos y me arrancó del estrado, suplicándome: “Compadécete del niño chiquito.” Y el procurador Hilariano, que había recibido a la sazón el ius gladii, o poder de vida y muerte, en lugar del difunto procónsul Minucio Timiniano: “Ten consideración, dijo, a las canas de tu padre; ten consideración a la tierna edad del niño. Sacrifica por la salud de los emperadores.” Y yo respondí: “No sacrifico.” Hilariano: “¿Luego eres cristiana?”. Y yo respondí: “Sí, soy cristiana.” Y como mi padre se mantenía firme en su intento de derribarme, Hilariano dio orden de que se le echara de allí, y aun le golpearon. Yo sentí los golpes de mi padre como si a mí misma me hubieran apaleado. Así me dolí también por su infortunada vejez. Entonces Hilariano pronuncia sentencia contra todos nosotros, condenándonos a las fieras. Y bajamos jubilosos a la cárcel.”