Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado. Juan 17:3.
Solo si conocemos a Dios aquí podemos preparamos para salir a su encuentro cuando venga... Pero muchos de los que profesan creer en Cristo no conocen a Dios. Su religión es meramente superficial. No aman a Dios; no estudian su carácter; por lo tanto, no saben cómo confiar, cómo mirar y vivir. No saben lo que es el amor que confía, o lo que significa avanzar por fe. No aprecian ni aprovechan las oportunidades de escuchar y recibir los mensajes del amor de Dios. No pueden comprender que tienen el deber de recibir, para poder enriquecer a los demás.
La sabiduría del mundo no logra conocer a Dios. Muchos han hablado con elocuencia acerca de él, pero sus razonamientos no acercan a los hombres a Dios, porque ellos mismos no tienen una relación vital con él. Al pretender ser sabios, llegan a ser insensatos. Su conocimiento de Dios es imperfecto. No concuerdan con él.—The Review and Herald, 3 de febrero de 1903.
No podemos descubrir a Dios mediante la investigación. Pero él se ha revelado en su Hijo, que es el resplandor de la gloria del Padre y la expresa imagen de su persona. Si deseamos un conocimiento de Dios, debemos ser como Cristo... El vivir una vida pura por fe en Cristo como Salvador personal, llevará al creyente a un concepto más claro y elevado de Dios.—A Fin de Conocerle, 11.
Cristo es una perfecta revelación de Dios. “A Dios nadie le vio jamás—dice él—; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”. Juan 1:18. Solo si conocemos a Cristo podremos conocer a Dios. Y a medida que lo contemplemos, seremos transformados a su imagen, preparados para salir a su encuentro cuando venga...
Ahora es el tiempo de preparación para la venida de nuestro Señor. La preparación para salir a su encuentro no se obtiene en un momento. Como preparación para esa solemne escena debe haber espera y vigilancia, combinadas con ferviente trabajo. Así los hijos de Dios lo glorifican. En medio de las activas escenas de la vida, se escucharán sus voces con palabras de ánimo, esperanza y fe. Todo lo que tienen y son está consagrado al servicio del Maestro. Así se preparan para salir al encuentro de su Señor.—The Review and Herald, 3 de febrero de 1903.