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REY Y DIOS CRISTO SU TRONO .ISAIAS 6:1 El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado, y sus haldas llenaban el templo.Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él; cada uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y con el otro par aleteaban,
3 Y se gritaban el uno al otro: «Santo, santo, santo, Yahveh Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria.».
Isaías 6-> Ver.
[V.1-> En el año. Probablemente el año 7401/739 a. C. Evidentemente esta fecha es importante. En el año final del largo reinado de Uzías (52 años), el Señor concedió al joven Isaías una visión que confirmaba su vocación para que ejerciera la misión profética, y le dio un mensaje de reprensión para Israel (PR 226-228; 2JT 348-349). Era un tiempo de peligro y crisis. El gran rey asirio Tiglat-pileser III había ascendido al trono en 745, y casi inmediatamente comenzó una serie de campañas que culminaron con la conquista de buena parte del Asia Occidental (ver p. 130). En 745 luchó contra Babilonia; en 744 invadió el territorio al noreste de Asiria, y entre 743 y 738 realizó campañas anuales contra el noroeste. En sus anales, Tiglat-pileser menciona con frecuencia a Azriau de Iauda, al que generalmente se identifica con Azarías (Uzías) de Judá, quien sin duda era el caudillo de la resistencia contra la agresión asiria en los países de la región mediterránea del Asia. También se menciona a Manahem de Israel. Uzías murió mientras Tiglat-pileser dirigía sus campañas contra los reyes occidentales. El que se había opuesto tan decididamente a Asiria, había muerto. ¿Cuál se ría la suerte de Judá? ¿Todo el mundo caería presa de las armas asirias? Por causa de sus pecados, el profeso pueblo de Dios había perdido la protección divina. El poderío asirio parecía invencible, y aparentemente antes de mucho Judá sería vencido, y Asiria dominaría al mundo. Señor sentado sobre un trono. Esta manifestación de la gloria divina acaeció en una de las visitas de Isaías a los sagrados recintos del templo (PR 228). Dios tenía el propósito de que Isaías pudiera captar una visión más amplia que la que le proporcionaba su ambiente. Dios deseaba hacerle saber que, a pesar del poderío de Asiría, él seguía siendo supremo en su trono, y que bajo su dominio estaban todos los asuntos terrenales. A Moisés se le concedió una visión similar de Dios (Exo 24:10). Más de cien años antes del tiempo de Isaías, el profeta Micaías había visto a Jehová sentado en su trono, rodeado de los ejércitos del cielo (1Rey 22:19). Anteriormente, durante el reinado de Uzías, Amós también vio al Señor, “que estaba sobre el altar” (Amo 9:1). Más tarde, durante el cautiverio babilónico, tanto Daniel (Dan 7:9) como Ezequiel (Eze 1:1; Eze 10:1-5) vieron visiones del Señor en su trono. También Juan, en la isla de Patmos, vio algo similar (Ap 4:1-6). Cuando los peligros asedian al pueblo de Dios, y las potestades de las tinieblas parecen estar a punto de prevalecer, Dios invita a con templarlo sentado en su trono, dirigiendo los asuntos del cielo y la tierra, a fin de que los suyos se reanimen y tengan esperanza (Ed 169). Sus faldas llenaban el templo. En el momento cuando se le, concedió esta visión, Isaías estaba orando en el atrio del templo (PR 228). Las puertas del templo parecieron abrirse ante él, y en el lugar santísimo vio a Dios mismo sentado en su trono. La palabra hebrea hekal, comúnmente empleada para referirse al templo, designa a ese lugar como 170 “templo” o “palacio” del gran Rey del cielo (cf. Sal 11:4; Sal 29:9; Hab 2:20). Las “faldas” son la vestimenta de la infinita gloria de Dios. Juan (Isa 12:41) aplica esta visión a Cristo. ]
[V.2-> Serafínes. Heb. sérafim, que significa literalmente, “los que queman” o “los que arden”. Seis alas. Compárese con Ap 4:8, donde los seres vivientes que Juan vio en derredor del trono también tenían seis alas. Sin embargo, los seres vivientes vistos por Ezequiel, sólo tenían cuatro alas (Eze 1:6). Isaías vio que estos ángeles con dos alas se cubrían el rostro, en actitud de homenaje y reverencia delante de Dios, con dos alas se cubrían los pies, y con dos volaban. Ezequiel vio (que los seres vivientes con dos alas se cubrían el cuerpo, mientras extendían las otras dos hacia arriba (Eze 1:11).
[V.3-> Santo, santo, santo. Los ángeles que rodean el trono de Dios sienten profundamente el principal atributo divino: la perfecta santidad de carácter. Los seres vivientes que Juan vio en torno del trono también clamaban: “Santo, santo, santo es el Señor Dios Todo poderoso” (Ap 4:8). Dios procuraba impresionar en la mente de Isaías el concepto de su santidad, a fin de que el profeta siempre colocara ante su pueblo este atributo del carácter divino, para que pudiera sentirse estimulado a apartarse de sus pecados y aspirara a la santidad. En el rollo 1QIsª de los Manuscritos del Mar Muerto (t. I, p. 35; t. IV, p. 128) se omite la palabra “diciendo”, y sólo aparece dos veces la palabra “santo”. Llena de su gloria. Cf. Isa 40:5. La percepción de la gloria y de la santidad de Dios induce a los hombres a humillarse ante él. En un tiempo cuando las tinieblas cubrían la tierra y oscuridad las naciones (Isa 60:2), Isaías esperaba la hora cuando la gloria de Dios cubriría toda la tierra. ]
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Primer
Anterior
2 a 2 de 2
Següent
Darrer
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Se conmovieron los quicios y los dinteles a la voz de los que clamaban, y la Casa se llenó de humo.
5 Y dije: «¡Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito: que al rey Yahveh Sebaot han visto mis ojos!»Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar,
[V.4-> Los quiciales de las puertas. Literalmente, “los umbrales”, es decir la piedra horizontal en la cual estaban los orificios dentro de los cuales giraban los pivotes de las puertas. Los cimientos mismos del templo parecían estremecerse ante la voz de Dios. Humo. Como de incienso, que reflejaba la luminosa gloria de Dios. Cf. Exo 19:18, donde se describe al monte Sinaí como cubierto de humo y temblando “en gran manera”, y Ap 15:8, donde el templo aparece lleno de humo a causa de la gloria de Dios. ]
[V.5-> ¡Ay de mí! Isaías había pronunciado ayes sobre los pecadores del pueblo de Dios (Isa 5:8-30). Ahora, lleno de pavor, al encontrarse en la presencia de un Dios santo, siente profundamente las imperfecciones de su propio carácter. Pasaremos por la misma experiencia en la medida en que nos acerquemos a Dios. Han visto mis ojos. Esta visión de la santidad y gloria de Dios proporcionó a Isaías una idea de la pecaminosidad e insignificancia del hombre. Al contemplar a Dios y luego mirarse a sí mismo, comprendió que él no era nada en comparación con el Eterno. En la presencia del “Santo de Israel” (Isa 5:24) vio su culpabilidad. Moisés ocultó su rostro cuando entró en la presencia de Dios (Exo 3:6), y Job se aborreció a sí mismo y se arrepintió en polvo y ceniza (Jnb 42:6). ]
[V.6-> Del altar. El dorado altar del incienso (ver com. Exo 30:1-5), el cual era, en esencia, un altar de intercesión (ver com. Exo 30:6-8). Juan vio que las plegarias de los corazones de los pecadores arrepentidos eran presentadas con incienso ante el trono de la gracia (Ap 8:3-4). ]
[V.7-> Tocó tus labios. El carbón encendido del altar representaba el poder refinador y purificador de la gracia divina. También significaba una transformación del carácter. Desde ese momento, el único gran deseo de Isaías para su pueblo fue que ellos también pudieran experimentar la misma obra de purificación y transformación. Nuestra mayor necesidad hoy es que nuestros labios sean tocados con el santo fuego del altar de Dios. ]
[V.8-> Envíame. La respuesta de Isaías fue inmediata. Como Pablo, Isaías tenía un gran deseo: que Israel pudiera ser salvo (cf. Rom 10:1). Sabía que el castigo pronto caería sobre el pueblo culpable, y anhelaba que los israelitas abandonaran sus pecados. A partir de entonces, la única tarea de Isaías sería la de llevar el mensaje divino de amonestación y esperanza a Israel, a fin de que pudiera captar la visión del amor y de la santidad de Dios para ser salvo. ]
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