LAS CONSTANTES GANAS DE QUERER Y NO PODER

D.R.

Más frecuente en las mujeres que en los hombres, la cistitis, la infección urinaria más común, puede convertirse en una pequeña tortura. Es vital Educar a las niñas, desde muy pequeñas, en cuidados de higiene.



Tras las respiratorias, las infecciones del tracto urinario (ITU) representan el segundo tipo de infección en el ámbito ambulatorio. ¿La más común?: la cistitis aguda, que afecta a la uretra y la vejiga, principalmente en las mujeres adultas. Se calcula que entre un 30 y un 50 por ciento de las mujeres sufrirán al menos una ITU en su vida. En hombres, en cambio, es muy rara, al menos antes de los 50 años (0,1 por ciento). Al tener uretras más largas, las bacterias deben recorrer una distancia mayor hasta la vejiga. En cambio, a edades avanzadas y en pacientes con sondas, los porcentajes de ellos se igualan a los de la mujer. La gran mayoría de las cistitis son provocadas por bacterias provenientes del intestino: aparecen en las heces y se convierten en patógenas al penetrar en el sistema urinario. Por ello es muy adecuado instruir a las niñas, desde pequeñas, en una correcta limpieza. La primera vez que se observen los síntomas (constantes ganas de orinar, aunque apenas se orine, y una sensación de quemazón durante la micción) hay que acudir rápidamente al médico, quien, con dos sencillas pruebas, puede hacer un correcto diagnóstico e indicar el tratamiento.


Las cistitis no son graves, pero sí muy molestas. En principio, no afectan a ningún órgano clave. Eso sí: mal tratada, la infección pude subir por la uretra, llegar al riñón y agravarse. La presencia de fiebre es una urgencia médica por posible afectación renal. Las ITU a menudo se clasifican como simples o complicadas. Las simples son infecciones que ocurren en tractos urinarios normales. Las complicadas, en anormales o cuando las bacterias son resistentes a muchos de los medicamentos antibióticos. Del mismo modo que algunas personas son más propensas a contagiarse de un resfriado, las hay también más proclives a desarrollar una ITU, sobre todo las que han pasado por la menopausia: tienen un cambio en el revestimiento de la vagina y pierden los efectos protectores del estrógeno, que disminuye la probabilidad de sufrir una ITU. Algunas tienen incluso una predisposición genética a desarrollarla por contar con un tracto urinario que permite a las bacterias adherirse con más facilidad. Las formas de diagnóstico de una ITU son el análisis de orina y un cultivo urinario.

Lola Fernández

 

XL Semanal