Una rueda, una rueda que gira sin cesar...
Algunos viajan de vez en cuando ocupando algún asiento privilegiado, otros, viajan en un asiento viejo y gastado.
Pero están... ahí, igual que nosotros.
Cuando llega el día que tus actos y la buena fortuna deciden que es hora que pasen a ocupar un lugar de privilegio, te sientes grande. Muy grande, tocas el cielo con las manos, y miras a los demás, a los otros que están ahí.
Y ganas... ganas con todo lo que implica ser una persona afortunada, y poco a poco, sientes que todo lo puedes, y te alejas de las ideas que te hicieron soñar, y sigues sentado en tu asiento privilegiado.
Y ahora, la rueda está arriba, y sientes que el mundo está en tus manos, y miras a todo el mundo bajando la vista, los ves desde lo alto, pequeños, ajenos a tus ganancias y gritas... ¡¡¡ Esfuérsence, como yo lo hice!!!!, y ríes porque el Buen Dios te quiere.
Humildad... valores, simpleza... todo se ve confuso.
Miras a los que no tienen, y les tiras unas monedas, pensando en su pobreza y ríes por dentro, porque tú eres más poderoso, r+ies porque eres más útil para lo sociedad y para el mundo.
Los demás... que sigan su camino, yo puedo hacer todo, y hago todo porque soy fuerte y gano.
Y sigues sentado.
La rueda se inclina un poco, y ya no ríes como antes, pero estás alegre, porque sigues ganando.
Las noches son cálidas y el éxito te acompaña. Solamente existe lo que somos y tú eres más, porque puedes hacer todo.
Y miras a los linyeras con sus carros de supermercado, arrastrando sueños por la vida... y dices: pobre hombre, tal vez no tuvo oportunidad. .. pero tal vez la tuvo, y no la supo aprovechar.. . yo soy fuerte.
Tu asiento se inclina un poco más, y la rueda gira. Los años pasan. Y tu rostro está serio, tu sonrisa se apaga.
Estás abajo. Y ya no miras desde lo alto, tienes que mirar a todos a los ojos, y no sus pertenencias.
¡¡¡Y que molesto es mirar a los ojos de aquellos que son inferiores!! !... porque no somos todos iguales, pero tu asiento está en la rueda, en lo alto, pero ahora está ocupado.
Y alzas la vista, ya no es tu lugar.
Humildad... comprensión.. . simpleza... cariño.
Ahora estás solo, y te miran desde los autos lujosos, como tú los mirabas antes.
Y ahora, te miran de arriba, como tú los mirabas antes.
Humildad... ¿Qué es eso?, tal vez algún sentimiento de los pobres de corazón, quizá una sensación perdida, de los que tienen mucho y quieren hacer las pases con el cielo antes de morir.
Humildad verdadera, tal vez, la encontremos.
Ahora sábes, que el asiento en lo alto, ya no es tuyo, pero sabes también que la rueda baja, y pronto, tal vez antes de lo que te imaginas, estarás arriba de vuelta.
Y estando arriba, mirarás a los ojos a todos, porque ya has experimentado la sensación de tener y compartir sintiendo lástima por los que menos tienen.
Pero ahora, ya no darás lamentándote, porque todo ha cambiado. La rueda ha girado.
Y están los que se suben, los que se quedan, los que ocupan los mejores asientos, y los que ocupan los asientos menos requeridos. Pero están todos en la misma rueda, y todos, hemos visto distintos paisajes, y miramos desde lo alto, desde lo bajo, desde algún punto.
Y hemos tenido, y no hemos tenido, hemos compartio y nos hemos reído de los que no pueden; y les hemos dicho: Pobres, vagos, poco ambiciosos, sin visión, poco voluntariosos, desinteresados, tontos, y hasta los hemos apartado de nuestra presencia y los hemos dejado solos, porque no eran como nosotros.
Y ocupas tu asiento nuevamente, la rueda gira, y miras el cielo.
Humildad, caridad, comprensión, amabilidad.
Ahora sabes lo que significa dar, sin tener lástima. Porque el que acepta limosna, también ocupa un asiento y algún día, su asiento tal vez, esté en lo alto, y te mirará a los ojos, y te dirá gracias, o quizá no se acuerde de ti, pero todos los asientos está ocupados.
Humildad... y la rueda gira.
Y vemos un paisaje nuevo, y todos, estamos esperando llegar, algún día a tocar el cielo con las manos.
Tal vez, quizá, lo hagamos.
Y no olvides, nunca, los que te ayudaron, los que te dieron una limosna, o un plato de comida, porque algún día, tal vez, ocupen tu asiento.
Y la rueda sigue girando...
JESÚS A. GODOY
Escritor Argentino
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