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General: Amabilidad
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: russa57  (Mensaje original) Enviado: 03/09/2009 04:02
Lo valiente no quita lo cortésMARIE006.gif picture by Amorosa_maria  

El padre José Luis Martín Descalzo narraba una anécdota que le sucedió a un compañero de trabajo. Este amigo suyo volvía de la oficina a su casa. Al llegar a la estación compró, como siempre, un billete de metro, pero al pagar se llevó una sorpresa. La chica que le atendía, con una sonrisa tímida, le respondió: «Hoy no tiene usted que pagar». El hombre se quedó de una pieza. Preguntó el porqué. «Porque ayer se fue sin coger el vuelto», respondió la chica desde el otro lado del cristal. ¿Acaso recordaba su rostro? ¿Conocía quién era? Nada de eso. La chica ni siquiera había estado el día anterior; pero una compañera le había dicho por la mañana: «Cuando venga el señor que siempre nos da las buenas tardes, dile que hoy no tiene que pagar». Con esta referencia, la muchacha en turno supo puntualmente de quién se trataba.


Una hermosa experiencia que hace brillar la nobleza de un corazón. Sin embargo, esta misma luz pone de manifiesto la oscuridad de tantas personas que han olvidado ya ser amables con los demás. ¡Cuántas personas pasarían por aquellas taquillas del metro madrileño! Y sólo una de ellas era inconfundible porque era «el señor que siempre nos da las buenas tardes».


En la cultura que se ha ido imponiendo en nuestros días parece que ser amable es ser amilanado, débil o, simplemente, tonto. Expresiones que denotan respeto y educación se evitan, ya que el usarlas nos haría quedar mal delante de nuestro “círculo de amistades”.


Si le doy las gracias al mesero que me sirve la mesa dejaría entrever que estoy necesitado de su servicio. Como en todos los casos implica una degradación de nuestra grande personalidad, mejor no usarlas para poder aparecer como alguien fuerte y seguro de sí mismo.


Ser amable no es sinónimo de falta de reciedumbre. Todo lo contrario, produce más admiración y gratitud quien dice: «pase usted» que quien simplemente se echa a un lado para quitarse de enfrente de la puerta. Ser cordial indica mayor entereza y domino que poner un rostro frío de absoluta indiferencia. El “duro” se hace respetar, el cortés es respetado por lo que es.


Siempre tenemos cientos de oportunidades para ser amables con los demás. Basta pensar que, cada mañana, podemos decir «buenos días» a nuestros padres, a nuestro cónyuge, a nuestros hijos, a los profesores, a los compañeros de oficina o al conductor del autobús.


Ceder el asiento en el metro a una señora o a un anciano se puede hacer con facilidad. Desear un buen día de trabajo al mesero de nuestro café preferido no cuesta mucho. Oportunidades, desde luego, no faltan; sólo hay que descubrirlas y hacer la costumbre.


Este tipo de detalles es el que cambia rostros y alegra atmósferas enteras. Las relaciones se estrechan. Las sonrisas se multiplican. El trabajo se disfruta. El corazón rejuvenece. Se acrecienta el deseo de compartir el tiempo. ¿Por qué? Porque la gente se siente tratada con el respeto y la dignidad de lo que verdaderamente son: personas e hijos de Dios. Y todo esto depende tan sólo de un sencillo «buenos días».


Andrés Ocádiz Amador, LC



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Lluna-2 Enviado: 03/09/2009 14:38
Amabilidad  y educación que cada dia hay menos .....me identifico totalmente con lo que dice este señor....muchas veces me he sentido violenta pues hasta parece que la gente miren mal a una persona amable y educada.....¡es verdad! no es lo corriente.....a veces hemos comentado con las amigas que tendrian que volver a los colegios las clases de urbanidad que recibiamos cuando nosotras eramos pequeñas.....¡cada dia hacen mas falta esas clases!
Gracias Susyta muy interesante el tema
Besitos

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Leyra Enviado: 04/09/2009 04:09
Siempre tenemos cientos de oportunidades para ser amables con los demás. Basta pensar que, cada mañana, podemos decir «buenos días» a nuestros padres, a nuestro cónyuge, a nuestros hijos, a los profesores, a los compañeros de oficina o al conductor del autobús.
 
Qué poco cuesta una palabra amable
 
  


 
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