Cientos de personas se dan cita en la capilla ardiente de Miguel Delibes, fallecido a los 89 años, en el Ayuntamiento de Valladolid. El féretro con los restos mortales del escritor, ganador del Premio Cervantes, entró en el Salón de Recepciones a manos de algunos de sus nietos mientras el público que se aglomeraba ante la entrada del Ayuntamiento, que recibió al escritor al grito de "maestro" y entre aplausos.
Sobre su ataúd se ha colocado una rama de espigas y rosas, como homenaje a un hombre amante del campo. La sala está presidida por un gran retrato del escrito.
Los Reyes han enviado un cariñoso telegrama a la familia DelibesLa capilla ardiente estará instalada en el Ayuntamiento de Valladolid hasta el sábado, cuando se celebre el funeral por el maestro de periodistas en la Catedral de Valladolid a las 12 horas. La ciudad ha decretado tres días de luto oficial por la muerte de su convecino y las banderas ya ondean a media asta. Tras el funeral del sábado, Delibes será incinerado y sus restos descansarán en el Pabellón de Personajes Ilustres del Cementerio del Carmen de Valladolid junto a los de su esposa.
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«Unos días después estalló la guerra. La guerra alteró la vida y la tranquilidad de Sisí. Aquellas bombas que, de vez en cuando, caían sobre la ciudad abrían un estrépito como si la tierra toda se desgarrase. Eran como truenos horrísonos, que metían su estruendo a través de la carne. Luis Sendín y los muchachos como él andaban de aquí para allá con el fusil presto y las cartucheras a la cintura. Eran tan jóvenes que parecían niños jugando a la guerra. Salían de la ciudad en camiones, voceando al viento. Sisí no sabía dónde, y muchos no volvían; quedaban abatidos sobre los surcos o sobre las crestas grises de las montañas. Había una vibración extraña poseyendo la ciudad, poseyendo la tierra, poseyéndolo todo. Sisí, en el foco de este caos, se sentía descentrado.» |
(Tomado de Mi idolatrado hijo Sisí, Barcelona, Ediciones Destino, col. Áncora y Delfín, n.º 87, 1953, p. 286)
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D.E.P.
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