MAYO EN CORDOBA
Como un ejemplo más del desbordamiento de los sentimientos en el Sur, que cuando aparecen en su estado original se parecen a un torrente inacabable, Mayo en Córdoba es la imagen perfecta del derroche de lo andaluz. Desde el primer día en que una rosa explota en fragancias por los aires, la ciudad se coloca el traje de fiesta, el de la primavera estimulante y casi pagana, y modifica el escenario de la cotidianeidad. Mayo explota con elegancia de jardín en la ciudad de Córdoba y se instala en las cruces de sus plazuelas, en las macetas de sus patios, en la algarabía de sus casetas de Feria, en las gargantas de sus cantaores o en el redondel del albero, donde surgieron los califas del toreo. Si hubiera que hacer una descripción de la alegría de un pueblo a los antropólogos no les quedaría más remedio que venir a Córdoba por el mes de Mayo, el tiempo escogido por esta ciudad para despedirse del curso que finaliza y prepararse para los meses de estío, cuando los cordobeses se desentienden de todo porque todos los frentes se destinarán a la lucha contra el calor. Pero mientras dure Mayo, mientras los azahares modifiquen hasta el olor de una ciudad, Córdoba será la gran dama de Andalucía, filósofa y cantarina, que entrega todo lo mejor de sí. Vestida de fiesta.
Rafael de Córdoba, España.