Alguien me dijo que yo no sabía de soledad,
me dio a entender que no conocía la tristeza,
que no sufro, que no lloro, que vivo feliz,
y que me sobra la sonrisa en todos lados.
Y he pasado estos últimos días sin sentir amor,
sin escuchar un te quiero tierno y que sea sincero,
siento lejanía de palpar un corazón que late,
un alma noble que entregue sentimientos francos;
una voz alentadora donde se sienta el cariño,
unas manos que en su seda me acaricien plenamente.
Esta necesidad benevolente de conversar,
de compartir palpitaciones emocionantes y aceleradas,
de sentir calor entre brazos cálidos, ansiosos,
donde la seguridad del amor se integre a mi alma,
confortando una estructura apasionada en mi corazón.
Y pienso… Y ahora… A quién le digo te amo?
A la soledad que a los Poetas siempre acompaña,
al viento que no sé de que dirección llegue,
a la noche que me mantiene ahora siempre despierto,
al día, animador del castigo de estar vivo
o a las almas en pena, callantes de los mensajes y secretos?
A quién le digo te amo?... A las rosas hoy ya marchitas,
lo grito entre las montañas para que el eco lo devuelva,
lo escribo en lo empañado para que se corra y se borre,
lo expreso con la mirada para que lo vea la nada,
le digo te amo a una canción que después termina,
a la sombra en la penumbra que nunca puede atraparse?
Ésta!... Es la soledad, la tristeza, la nostalgia misma;
la vida en esencia del escritor empedernido;
a quien le toca describir las pasiones desechas,
vivirlas y soportarlas. – Ésta!... es la sonrisa que me sobra,
la felicidad que vivo, lo que no sufro, lo que no lloro;
la mágica vida del Poeta nato que no conoce la melancolía,
y que se interroga: Y ahora… A quién le digo te amo?...
(desconozco autor)
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