Abrir la herida
Como si la historia nos determinara de
manera definitiva, a algunas personas les fascina meter el
dedo en la llaga para cobrar deudas tan lejanas como
inútiles; es decir, echar en cara lo que se hizo o lo que se
dejó de hacer. La estrategia es volver una y otra vez sobre
la misma cuestión, sin brindar ninguna alternativa de
solución, como si se tratara de un pecado original imposible
de redimir. Después de veinte años, un hombre, de manera
reiterada y obsesiva, cada vez que podía, le recordaba a su
mujer una supuesta infidelidad de la" juventud. Y en cada
ocasión, ella invertía varias horas tratando de explicar y
justificar lo ocurrido (un baile apretado, un beso furtivo...).
Así, él lograba ponerse por encima y someterla. Una deuda
impagable y un pagador compulsivo.
Resumiendo: si eres víctima de la descalificació n, el
chantaje, la amenaza y la culpabilizació n, no te resignes a
ello. Una relación de este tipo es disfuncional e
inconveniente para cualquiera, no importa qué diga tu
pareja y cómo quiera justificar sus actos. Nadie merece
semejante tortura.
No importa cuánto te amen, sino cómo lo hagan
El buen amor es un problema de calidad total. Es cualitativo
más que cuantitativo. El "cómo" tiene que ver con los
valores guías que hemos mencionado antes: reciprocidad,
solidaridad y autonomía, y con el amor digno y el amor
justo. Cuando ponderamos la cantidad por encima de la
calidad afectiva, distorsionamos la verdadera esencia del
amor. Si fuera así, deberíamos valorar los excesos de las
personas celosas, apegadas, obsesivas, violentas o
codependientes, simplemente porque "aman demasiado".
Pero amar mucho no significa que amemos bien. No
importa cuánto te amen, sino cómo lo hagan
quiere decir
que no necesitas la taquicardia y la alteración hormonal
desmedida para disfrutar el amor. La manía no siempre
conduce a la felicidad.
Si no hay riesgos para tu seguridad física o psicológica y
tus principios no se ven afectados, acelera y vive el amor
intensamente
La propuesta no es mantener el amor encapsulado, sino
enseñarle a volar. Tal como he venido diciendo: si te
sientes correspondido o correspondida en el amor, si tu
autorrealizació n personal no se ve afectada y si tus
principios son respetados, hay que poner el pie en el
acelerador. Hay que vivir el amor intensa y vitalmente, si ya
pasaste el filtro del auto-respeto. ¿Amor pensado y
racional? Sin duda, si quieres sobrevivir. La cultura del
amor romántico aconseja entregarse sin pensar tanto,
porque de no ser así perderíamos la magia del amor, su
irracionalidad. Como yo veo las cosas, la irracionalidad es
una de las principales causas de la patología afectiva.
Para cerrar, te dejo con una reflexión que quisiera que
siempre tuvieras presente:
Enamoramiento es una cosa, amor es otra. Amar es hacer
el amor con la mejor o el mejor amigo, y con ternura,
pasión, amistad y dulzura, sin violencia. Si le das cierto
orden al amor, si lo vinculas con tu autoestima, con el "ser
para sí", además del "ser para el otro", habrás definido un
sendero seguro por el cual transitar. Cuando la compañía
es confiable, hay que acelerar; si el enredo no pinta bien,
hay que frenar en seco.
"Los límites del amor " - Walter Riso
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