Te escribo para expresarte
cuanto me preocupo por tí
y para decirte cuanto deseo
que puedas conocerme mejor.
Esta mañana, cuando te levantaste,
traté de captar tu atención permitiendo
que hermosos y radiantes rayos de sol
alumbraran atravéz de tu ventana,
pero estabas tan apurado
que apenas lo notaste.
Más tarde, noté
que estabas caminando
con algunos amigos
y permití que los rayos del sol te calentaran.
Perfumé el aire
con las dulces escencias
de la naturaleza
y aún así no te percataste de mi presencia.
Al verte pasar,
te llamé por medio de un trueno,
y luego pinté
un hermoso arcoiris en el cielo
y tú ni siquiera miraste.
En la noche
derramé rayos de luna
que iluminaron tu rostro.
Envié brisas frescas
para que pudieras descansar.
Mientras dormias,
yo cuidaba de tí
y compartía tus sueños,
pero no estabas al tanto de mi cercania.
Yo te he escogido
y espero que pronto
me puedas hablar.
Hasta entonces,
permaneceré cerca.
Soy tu amigo y te amo mucho.
Jesús
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