Cuerpo y alma
Amo el alma que llevas encendida como luz que declina revelarse, pero que llega diáfana a filtrarse. ¿Quién puede detener la amanecida?
Amo el temor, el gozo, los criterios, que la encogen, dilatan, y ornamentan, las dudas y el dolor que la atormentan, sus verdades más obvias, sus misterios.
Y amo también el cuerpo que, desnudo, sabe oscilar, curvarse y entreabrirse, mar de sentidos en que busca hundirse mi propio cuerpo cuando a ti me anudo.
Amo cada temblor, cada relieve, cada sinuosidad y ángulo oscuro, cada vereda por la que aventuro mi propio tacto que voraz se mueve.
Pero amo sobre todo la amalgama de piel y espíritu, ternura y roce, sensualidad que el alma reconoce, emoción que en la carne se derrama.
Desde dentro es mi amor, y desde fuera, al corazón el sexo emparejado; ay, cómo este árbol para ti plantado siente estallar triunfal la primavera...
Autor: Francisco Alverez Hidalgo
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