Cuando imaginamos el impacto de un asteroide contra la Tierra nos viene a la cabeza la sombra de una gigantesca mole que se precipita a una velocidad de vértigo, para acabar aplastando lo que se encuentra por delante. Las películas de catástrofes y la tradicional interpretación científica sobre la formación de la rocas espaciales han ayudado a formar esa última escena del día del
Armagedón, pero no es exactamente así como sucedería. Y el motivo se acaba de descubrir.
Una nueva investigación realizada por un equipo internacional de científicos, en el que participan expertos del Observatorio WISE de la Universidad de Tel Aviv (Israel), concluye que los asteroides no son rocas sólidas, como se creía hasta ahora, sino que
están compuestos por múltiples piedras de pequeño tamaño, como bolas de grava que se mantienen unidas por la gravedad. Si una de estas «montañas de basura» gira lo suficientemente rápido, incluso puede dividirse por la fuerza centrífuga y
formar un segundo asteroide. Por este motivo, el choque de una roca espacial contra la Tierra
sería más parecido a la ráfaga mortal de una ametralladora que a un único y potente cañonazo.
Conocer la naturaleza de los asteroides puede tener graves implicaciones a la hora de diseñar
una misión defensiva que nos permita protegernos de su amenaza.
Un montón de piezas descontroladas, mucho más difíciles de detectar, pueden acabar lloviendo sobre nuestras cabezas, y eso es algo a tener muy en cuenta.
La influencia del Sol
Según el responsable de la investigación, el doctor Noah Brosch, supervisor de la Escuela de Física y Astronomía de la Universidad de Tel Aviv, las trayectorias de los asteroides se ven afectadas por el tirón gravitacional de planetas mayores, pero también la radiación del Sol puede tener una enorme influencia. Una vez que la luz solar es absorbida por el asteroide, la rotación se acelera. Cuando alcanza la velocidad adecuada, una pieza se separa para formar un nuevo asteroide. El fenómeno se puede comparar a la figura de un patinador sobre hielo, que cuanto más rápidamente gira sobre sí mismo, más difícil le resulta mantener los brazos cerca del cuerpo.
Así se forman parejas de asteroides que giran alrededor del Sol en una misma órbita. El equipo estudió 35 pares de rocas con una novedosa técnica que mide la luz reflejada por cada una. Encontraron que el asteroide más pequeño siempre era un 40% menor del tamaño del asteroide más grande.
Presentado por: _Casimirocordobés_