¿Cuántas veces habremos oído la expresión ‘llevarse como el perro y el gato’? Tradicionalmente, se tiene la idea de que la relación entre perros y gatos es imposible. Sin embargo, está más que demostrado que unos y otros se pueden llevar perfectamente.
Los perros y los gatos son animales distintos por naturaleza. No obstante, los dos son a la vez predadores y territoriales. Ambas especies han vivido durante miles de años de lo que cazaban, y ese instinto aún perdura; el perro corre tras los gatos, conejos y otras especies a la vez que los gatos corren tras los pájaros, ratones, insectos…
Cuando un perro ve a un gato desconocido lo persigue instintivamente. El felino medita qué es lo que le conviene, si hacerle frente o darse a la fuga. El perro dilata sus pupilas, pone sus orejas tiesas y permanece atento ante cualquier reacción. A partir de este momento, depende del carácter de los animales que se inicie una pelea o no. Si el perro no es tímido atacará, y un gato audaz se lanzará al rostro del enemigo.
A pesar de sus diferencias por naturaleza, perros y gatos pueden vivir en armonía. Si los acostumbramos desde cachorros a su mutua presencia, los socializamos correctamente y los educamos para convivir, la adaptación será pan comido.