El pobre pesimista todo lo ve al revés.
Para él el día está emparedado entre dos noches.
Y un vaso que contiene agua hasta la mitad, para él está medio vacío.
Como aquel fariseo recalcitrante que, en vez de asombrarse
al ver a Jesús caminando sobre las aguas del lago de Genesaret,
exclamó: «Dice que es Hijo de Dios, y ni siquiera sabe nadar».
Un optimista, en cambio, perseguido por un tigre, llegó corriendo a un precipicio
y se colgó agarrado a una raíz. El tigre le olfateaba desde arriba.
El hombre miró hacia abajo, y en el fondo le esperaba otro tigre.
Dos ratones empezaron a roer la raíz.
Entonces encontró a su lado una fresa estupenda.
Se agarró a la raíz con una mano, y con la otra cogió la fresa. ¡Qué rica estaba!
Podemos caminar por la vida viendo solo lo malo,
o podemos caminar por la vida tratando de apreciar las cosas bellas.
Al final, igual tenemos que lidiar con problemas, es mejor disfrutar del camino.
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