Lo que pensamos, las palabras que decimos y las creencias que tenemos son extraordinariamente poderosas. Dan forma a nuestras experiencias y a nuestra vida. Afortunadamente, la gran noticia es que los pensamientos se pueden cambiar, claro está apre...ndiendo y desaprendiendo. Me explico, cuando cambiamos nuestras palabras y pensamientos cambian también nuestras experiencias. Sea cual sea nuestro pasado, sea cual sea el ambiente en que los criamos, por muy difícil que haya sido nuestra infancia, hoy desde mi ahora puedo hacer cambios. Somos co-creadores. Mi pasado me influyó durante muchos años para que se instalaran dentro de mis pensamientos muchas ideas negativas, para ello efectué el cambio en mi mente y entonces la vida empezó a responderme conforme a ello. Así, si en mi vida hay algo que no me gusta, tengo la opción, desde mi libertad de recrear mis experiencias para el futuro. En un principio, cuando comienzo a cambiar mi manera de pensar, no se produce de inmediato, pero si continúo con mi nueva forma de pensar, el mañana se torna diferente. Hay que ser paciente y seguir. Mis pensamientos de hoy crean las experiencias de mi mañana. Te estarás preguntado ¿Cómo puedo pensar de modo positivo si estoy rodeado de personas negativas, de cuestiones externas negativas? Cuando estoy con alguna persona negativa, digo para mis adentros “Eso podrá ser cierto para ti, pero no para mi”. A veces con voz amorosa lo digo en voz alta. Esta actitud permite a la otra persona ser todo lo negativa que quiera pero yo soy fiel a mis creencias positivas. Hago todo lo posible para evitarlas. Es evidente que yo no puedo cambiar a nadie, cada persona solo puede cambiarse a sí misma. Cuando yo cambio en mi interior es milagroso, los demás reaccionan a ese cambio. Tengo un diccionario particular y he eliminado de él muchas palabras que se utilizan cotidianamente. Una palabra que está en mi vocabulario personal es neuropéptidos. Esta palabra, acuñada por Candace Pert en su investigación del funcionamiento del cerebro, da nombre a los “mensajeros químicos” que viajan por el cuerpo siempre que tenemos un pensamiento o decimos una palabra. Cuando los pensamientos son de rabia, juicio o crítica, las substancias químicas que producen deprimen el sistema inmunitario. Cuando los pensamientos son de AMOR, POSITIVOS Y LLENOS DE FUERZA, esos mensajeros llevan otras substancias químicas que estimulan y fortalecen el sistema inmunitario. Es la conexión cuerpo-mente. Así pues, a cada momento, estamos eligiendo, consciente o inconscientemente, pensamientos sanos o pensamientos dañinos. Estos pensamientos afectan al cuerpo. Un solo pensamiento no ejerce sobre nosotros gran influencia. Pero tenemos más de sesenta mil pensamientos al día y el efecto de éstos es acumulativo. |