El primero es el más corriente y elemental,
se le denomina “Amor si…”:
Te amo si eres bueno, si te portas
bien conmigo, si cumples mis
exigencias, si haces lo que me agrada, etc.
El segundo nivel, al que
comúnmente se llega, es
el llamado “Amor porque…”:
Te amo porque tienes buenos sentimientos,
porque te esfuerzas, porque has
obtenido notas aceptables,
porque eres honrado, etc.
Pero ninguna de esas dos formas
de amar es verdadera. Ambas
están basadas en condiciones,
y las condiciones emanan un mensaje
muy claro que es:
“Debes ganarte mi cariño con actitudes
que me satisfagan, no olvides
nunca que te querré más mientras
más te parezcas a mi…”
Eso no es amor, sino un intercambio
egoísta en el que siempre queremos
salir ganando.
El único y verdadero amor es el del
tercer nivel, que debe practicarse entre
los miembros de una familia, es decir:
“Te amo a pesar de tus errores
y tus carencias”.
No es que los desatinos sean bienvenidos.
No aceptamos el mal, pero amamos
a quien lo cometió.
Autor: Carlos C. Sánchez