Hablemos Esta noche hablaremos. Sosegarán su vértigo las manos. Flácido el sexo, yacerá dormido en la plácida calma del abrazo. No hay mucho que decirnos, y sin embargo hay tanto… Nos lo hemos dicho todo tantas veces, quizá otras tantas lo hemos olvidado, si no ya las palabras, su sentido. No es importante repetir 'te extraño', ni las arcaicas fórmulas del amor rutinario, cuyas aristas ha limado el tiempo, y ahora pasan rodando. Hable la exactitud de las acciones, más que el lenguaje arcaico, trivial moneda desvalorizada, inmóvil maniquí, fugaz relámpago. Tiempo atrás escuché cada palabra surgiendo de tus ojos, como un rayo de suavidad rasgándome las nubes, las nubes que hoy me asfixian paso a paso. Ya no hay diafanidad, el humor duerme, y con muletas anda el entusiasmo. El alma, de cristal, presiente el brusco, funesto martillazo que ha de quebrarla irreparablemente, aunque tiene la fe de los milagros. Háblame desde dentro, sin maquillaje, con el arrebato y la espontaneidad de quien desnuda cada expresión, a seda y a disparo. Rejuvenece cada sentimiento que ha envejecido al paso de los años, desbórdese de nuevo y me empantane, siendo torrente lo que es hoy remanso. Devuélveme la convicción que tuve en tu lenguaje y en tus ojos claros. Hablemos esta noche, hasta el amanecer. Luego durmamos.
Francisco A Hidalgo
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