Cuando pensamos en lo auténtico, tal vez imaginamos a un experto catador buscando los elementos que certifican que una cosa es auténtica. Una cosa es original porque posee características y cualidades propias que la hacen diferente a otra.
Nosotros también podemos considerarnos auténticos cuando somos congruentes con nuestros principios y valores. Se trata de aceptarnos tal y como somos. Querer superarnos es un signo de autenticidad. Sin embargo no es auténtico el querer aparentar lo que no somos.
Cultivar nuestras cualidades y dones con un sentido humano y cristiano es un camino adecuado para alcanzar nuestro ser único, auténtico e irrepetible.
Es importante acompañar a nuestros hijos en esta fantástica y fascinante tarea de lograr la autenticidad. Pero ojo, seamos congruentes con ellos y evitemos las mentiras y la doble moral