¿Qué tal si tus sueños ya se hubiesen hecho realidad y tú ni siquiera te hubieses dado cuenta, por haber estado demasiado preocupado persiguiendo aquello que los demás dicen que deberías tener? ¿Y si las cosas que pensabas que necesitabas para ser feliz, en realidad no eran para nada necesarias?
A todo tu alrededor hay oportunidades para alcanzar la más exquisita de las alegrías. ¿Estás demasiado ocupado como para verlas?
¿Estás tan agotado luchando por alcanzar el éxito, que no puedes siquiera apreciar la enorme abundancia que ya está en tus manos? ¿Has puesto tantas condiciones a la felicidad que ni siquiera tienes tiempo como para realmente vivenciarla?
Toma una respiración profunda, lenta, dulce y recuerda la enorme bendición que tienes. Permite que la verdadera belleza de la vida, eternamente presente, llegue a ti para recordarte quién realmente eres.
Deja de obsesionarte demasiado por llevar la cuenta y aventajar a los demás. Concéntrate en cambio en crear verdadero valor que perdure en el tiempo, en cada uno de los instantes que te sean regalados.
Hay tanto que puedes hacer. Enumera tus muchas bendiciones, y a medida que lo hagas se harán más profundas aún.