No hay instrumento para medir la felicidad.
Pero, sabemos cuando estamos felices.
Hay un brillo en los ojos, una sonrisa en la boca.
El cuerpo muestra que el espíritu obtuvo victoria
en la conquista de la negatividad.
La felicidad más elevada, sin embargo,
es cuando permitimos que la felicidad
surja desde adentro.
Es una cualidad original del ser humano y,
en tal caso, diremos que SOMOS felices.
Siempre.