En una ocasión un conferencista mostró ante el público que le observaba una lámina de cartulina blanca la cual tenia tres pequeñas manchas negras. Ante la mirada expectante de todos pidió que observaran bien la lámina y le dijeran todo lo que podían ver respecto de ella.
A los pocos segundos de contemplación alguien levanto la mano y dijo;
-La cartulina está manchada.
Y alguien más dijo;
-Si, tiene tres manchas negras.
Otro agregó;
-Las manchas son amorfas y de distintos tamaños, y además están muy separadas una de otra.
Y así, todo mundo fue dando su opinión acerca de la cartulina. Finalmente El conferencista detiene las intervenciones del público y llama la atención hacia un detalle que ninguno de ellos pudo ver en la cartulina;
“ninguno de ustedes -dijo él- se ha fijado que aunque tiene tres pequeñas manchas negras todo el resto de la cartulina es totalmente blanco”.
Similar a este ejemplo, en la vida diaria a menudo nos daremos cuenta que las personas se fijan más en los pequeños defectos que tengamos y los errores que cometemos que en todas nuestras virtudes y en todas las cosas buenas que hayamos hecho. Sin embargo es nuestro deber recordar cuanto valemos aun cuando nadie más lo recuerde.
En la vida siempre habrá quienes nos critiquen y nos juzguen, esto es normal, pero nunca hemos de permitir que esa idea falsa que el mundo siempre nos está repitiendo, esa idea de que “no valemos, que no servimos” se aloje en nuestra mente.
Es importante que estemos siempre conscientes de nuestro propio valor y de lo muy importantes que somos, y es nuestro deber recordarle al mundo nuestro valor a cada momento.