Cuando el corazón palpita,
las pupilas se dilatan
y la mente se aleja lenta
hacia un mar de indiferencia;
la conciencia se hace vieja,
se hace sutil la inocencia
y fuerte deseo se clava
en lo más profundo de nuestro ser.
Si llegases a sentir esto, por favor,
no lo distraigas, no lo apartes de tu mirada;
deja que tus sentidos te hagan flotar
por ese camino
que habrá de llevarte lejos,
a aquel lugar
en donde los sueños se pueden hacer realidad.
Cuando al fin hayas llegado,
recuerda muy bien lo que te digo,
abre tus pensamientos,
igual que si fuesen alas,
y dedícate a volar entre los árboles
de la más pura excitación.
Planea, vuela, elévate,
y no regreses
hasta que hayas llenado ese depósito tuyo,
que es el ser,
con ese líquido jugoso al que llamamos
...FELICIDAD...
(desconozco autor)