¡Por los buenos papás!
Por los que abrazan a sus niños y se bajan a la altura de sus ojos, sin pretender que los pequeños se empinen hasta ellos. Por los que tienen bien establecidas las prioridades y acuden a su llamado, aunque estén enchufados del portátil, del BB, del FB o del partido de fútbol que define otra estrella.
Por los que respetan a sus hijos y los corrigen haciendo uso de su autoridad amorosa, sin zarandearlos ni humillarlos.
Por los que entienden que compartir su crianza es asumir mucho más que gastos fijos.