En una ocasión, dos vendedores de zapatos fueron enviados a una isla desconocida y lejana con la difícil tarea de vender zapatos allí. Uno de los vendedores de zapatos se llamaba Ramón, el otro se llamaba René. Veamos los reportes que ambos zapateros dieron a su jefe al llegar a la isla:
- Ramón: Jefe, han sido dos días agotadores de viaje, la comida estuvo malísima y me enfermé del estomago en e...
l barco, pero bueno, al fin llegué a la isla. Desgraciadamente, le tengo pésimas noticias. La gente aquí es tan atrasada que ni siquiera usan zapatos, ellos simplemente andan descalzos. Me devuelvo mañana mismo para allá. Lo siento!…
- René: Hola jefe, el sol por aquí es radiante y la brisa marina increíblemente refrescante. He tenido dos días completos para organizar mi trabajo en la isla, y hasta le pude ayudar al chef del barco a preparar unos platillos. Le tengo magníficas noticias, aquí todos necesitan zapatos, repito, nadie tiene zapatos…vamos a hacer una venta loca. Por favor, envíeme lo antes posible todos los zapatos que tenga en bodega, se que los voy a vender todos. No me espere pronto…!
Pareciera que ambos vendedores fueron a lugares distintos, pareciera que viajaron en diferentes barcos, pero lo cierto del caso es que ambos fueron a la misma isla en el mismo barco en el mismo momento.
La actitud de René me recuerda la actitud un hombre de la antigüedad llamado Caleb. El junto con otros hombres fueron comisionados para observar la tierra que el pueblo de Israel habría de conquistar.