Musa, la máscara apresta, ensaya un aire jovial y goza y ríe en la fiesta del Carnaval.
Ríe en la danza que gira, muestra la pierna rosada, y suene, como una lira, tu carcajada.
Para volar más ligera ponte dos hojas de rosa, como hace tu compañera la mariposa.
Y que en tu boca risueña, que se une al alegre coro, deje la abeja porteña su miel de oro.
Únete a la mascarada, y mientras muequea un clown con la faz pintarrajeada como Frank Brown;
mientras Arlequín revela que al prisma sus tintes roba y aparece Pulchinela con su joroba,
di a Colombina la bella lo que de ella pienso yo, y descorcha una botella para Pierrot.
Que él te cuente cómo rima sus amores con la Luna y te haga un poema en una pantomima.
Da al aire la serenata, toca el auro bandolín, lleva un látigo de plata para el spleen.
Sé lírica y sé bizarra; con la cítara sé griega; o gaucha, con la guitarra de Santos Vega.
Mueve tu espléndido torso por las calles pintorescas, y juega y adorna el Corso con rosas frescas.
De perlas riega un tesoro de Andrade en el regio nido, y en la hopalanda de Guido, polvo de oro.
Penas y duelos olvida, canta deleites y amores; busca la flor de las flores por Florida:
Con la armonía te encantas de las rimas de cristal, y deshojas a sus plantas, un madrigal.
Piruetea, baila, inspira versos locos y joviales; celebre la alegre lira los carnavales.
Sus gritos y sus canciones, sus comparsas y sus trajes, sus perlas, tintes y encajes y pompones.
Y lleve la rauda brisa, sonora, argentina, fresca, ¡la victoria de tu risa funambulesca!
Rubén Darío
|