Viendo a Garrik, actor de la Inglaterra
el pueblo al aplaudirlo le decía:
«Eres el más gracioso de la tierra
y el más feliz...»
Y el cómico reía.
Víctimas del spleen, los altos lores,
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su spleen por carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrío:
«Sufro doctor -le dijo-, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.
«Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única ilusión, la de la muerte».
Viajad –dijo el doctor- y os distraeréis.
¡Tanto he viajado!
De la lectura gustáis?
¡Tanto he leído!
Que os ame una mujer.
¡Si soy amado!
¿Vais a los cementerios?
Mucho... mucho...
¿De vuestra vida actual, tenéis testigos?
Sí doctor, mas yo no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.
Vaya! Me deja -agregó el médico- perplejo
vuestro mal más no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo:
que sólo viendo a Garrik, podréis curaros.
¿A Garrik? -Dijo el enfermo-
Sí, a Garrik... ¿qué os sorprende?
La más remisa y austera sociedad le busca ansiosa;
tiene una gracia artística asombrosa,
y todo aquél que lo ve, muere de risa:
¿Y a mí, me hará reír?
¡Ah!, sí, os lo juro,
Pues si es así -dijo el enfermo- no me curo;
¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta.
¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!
¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
es un relámpago triste la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.
Nadie de lo alegre de la risa fíe
porque en los seres que el dolor devora
mientras el rostro ríe
el alma llora.
03/16/2015