Los vio una tormenta, que movida por la compasión,
Gritó de dolor y agitó sus ramas...
Pero no fue suficiente, los cerezos no se tocaron.
Los vio una montaña, que movida por la compasión,
Tembló por el dolor y agitó sus troncos...
Pero no fue suficiente, los cerezos no se tocaron.
Nube, tormenta y montaña ignoraban,
Que bajo la tierra,
las raíces de los cerezos estaban entrelazadas
En un abrazo sin tiempo.
- Leyenda Zen -